viernes, 3 de mayo de 2013

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Estando fuera del dédalo y conforme transcurren las semanas poco a poco he dejado de creer en ciertos aspectos de la vida que no me había atrevido a plasmar en este espacio por precaución, por no arrepentirme en un futuro o por otras razones que, de momento, pudieran resultar contradictorias.

Quizá ello se deba al círculo que me rodea, a ciertas necesidades que no han sido del todo prósperas para mi comunidad, mi país o dentro de mi estatus social, laboral o sentimental puesto que, resalta o sobresale en otros, cierta estabilidad que no sé si es ficticia, falsa o resulta ser simple postura y/o apariencia.

Aquí cabe resaltar que existen decenas de dichos triunfalistas encaminados al éxito con respecto a todos esos puntos que atrás mencioné y, aún así, no es por lo general (a lo que he descubierto) que sea simplemente yo quien esté obrando de manera errónea, vana o indirecta hacia los fines propios que demanda dicho éxito.

En un tiempo llegué a culpar a mi pareja por algunos de estos elementos que deterioran mi entereza y, luego de "escarbar" en el trasfondo, terminé por culparme a mí mismo otorgando así cierto perdón virtual a quien sigue acompañando mis días hasta terminar por comprender que, justamente, cada quien tiene sus expectativas de vida, planes y temperamentos y no les importa "llevarse entre las patas a los demás" para vida de conseguir su propia estabilidad.

Aquellos quienes se dicen amigos, aquellos otros que se jactan de conocer, de brindar oportunidades, algunos patrones, músicos fracasados e incluso mis propios hijos que, ciegos, sólo ven por ellos cuando la necesidad familiar les demanda un tanto más de lo que ellos creen dar. (Y es que no hablo de los pequeños, sino de los que creen tener conciencia y 'edad' para hacer y deshacer de sus días a placer cuando en realidad aún dependen del jalón y apoyo que sus padres les pueden y suelen otorgar).

Escuché una frase hace poco que, el amor, es un experimento propio de Dios que está en "modo de prueba" aún; que casi ningún ser humano puede manejarlo, equilibrarlo y llevarlo a los inmensos horizontes y fuerza que este don posee y, dicha prueba, trae consigo mucho "ensayo y error" que termina en convertirse, según veo, en más error que ensayo.

Así pues, con esto, la mayoría de nosotros quedamos en cierto limbo sentimental que nos hace dudar entonces de la fidelidad, la integridad, la amistad, la responsabilidad y una retahila más de valores que derivan de ese principio llamado amor. Puedo decir en cierta forma, que justo es aquí donde me encuentro y termino por caer en determinada indiferencia que se refleja en mi semblante a manera de desgana, que se refleja en mis sábanas aunada la ausencia, el desamor y el insomnio o se refleja en mi profesión dando por resultado el dejar de ofrecer calidad y sólo mostrando "lo común" que las personas "quieren escuchar".



Si me observas en estos días, no me pregúntes por favor qué me sucede... Mi seriedad e indiferencia obedece a más de una sola situación o posición, mi incredulidad aumenta con cada cuestionamiento y, ante la vastedad del universo y mi extrema pequeñez, recuerdo nuevamente esa frase que recita acerca de "la levedad del ser" que no termina la humanidad por entender y que cada vez nos orilla más a cierta autodestrucción por alejarnos del sentimiento matter: el amor...   (y todos sus co-relativos y derivados)

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