jueves, 25 de junio de 2015

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Supongo que, en algún momento, las frases han de salir a relucir; que lo antes dicho tendrá su repercusión (como ha sido siempre) y que lo callado se mostrará más intermitente y lastimero en la mente de quien lo ha callado.

Supongo que, en algún momento, la lucidez tendrá su sitio en el mejor de los rincones y obrará de la mejor manera en todos quienes estamos inmersos en la estrechez del dédalo pues, mientras yo sé que me encuentro fuera de él, dicha lucidez sólo genera confusión y termino por creer que "la estoy confundiendo".

Supongo que, en algún momento, cada comentario externo obedece a ese deseo de esclarecer las cosas, de mitigar cierto dolor y, de alguna manera, termino engañado del todo y sin un buen consuelo, con más distracción y con mayor bruma que la que ya poseía hace algunos meses atrás.

Supongo que, en algún momento, el tema cultural (hablando en específico de la cultura en cuanto a la costumbre como tal) colmará de más desaciertos y pulsaciones que darán sólo destellos de esperanza, sigilos de paz, esbozos de comprensión y/o gotas de amor que me llevarán a una nueva etapa, a una nueva fase de mi momento.

Supongo que, en algún momento, el ser humano como tal deberá entender cientos de cosas (aunque dicho entender le lleve años o varias vidas), que luchará incamsable por aquella lucidez de la que hablé unas líneas atrás y, cuando eso ocurra, ojalá y terminbe "infectado" de esa que pareciera enfermedad y que, casi sostengo, llevará a la gente a un mejor plano.

Supongo que, en algún momento, mi vida deberá cobrar un nuevo viro, el cual, no deseo forzar y, aunque pareciera que hablo de estar inmerso en algún laberinto, en este momento obedece dicha frase a otro menester pues, estando fuera, me he mantenido más observador, menos tolerante y percibo un atraso importante en ciertos aspectos.

Supongo que, en algún momento, si bien me aferré del silencio, esta vez parece no ser el mejor de los aliados y no logro conectar bien mis ideas con mis palabras... no resulta coherente, sustancial o preciso lo que he dicho en los últimos meses.


Supongo que, en algún momento, todo esto debe cobrar sentido para mí y otros que arrastro mientras tanto...
Sólo deseo que no me lleve una vida más el desgranarlo o que me invada la respuesta plena y ocurra sin percatarme debido a mi decepción.

jueves, 18 de junio de 2015

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Hoy, entre rupturas, decesos, treguas, espacios, lágrimas, regaños y otros enseres propios del vivir.

Hoy, aún sin dédalo, sin la esencia que podría hacerme volar y erradicar mucho de lo que siento arraigado y que no me permite desenvolverme con la soltura que desearía.
Aún sin fundamento respecto a lo vivido y sintiendo que el entorno está igual; que somos simples marionetas de la vida y, en el "querer dotarnos de cordura", terminamos destruyendo aún más lo poco construído.

Hoy, colmado de crudez, de detalles que no dicen mucho a los demás aún a sabiendas que salieron del corazón.
Colmado de frases que el mismo derredor te brinda y que te orillan sólo a desmentir, a llorar, a maldecir un poco y a recapacitar sin llegar a la determinación deseada.

Hoy, un día más en soledad, en las afueras de lo que bien puede ser un laberinto virtual y que, seguramente, me ha tenido atrapado sin darme cuenta creyendo que estaba sólo fuera de él.
Abrir y cerrar los ojos como tratando de saberme en un sueño, uno de esos que no son "bien recibidos" y del que indiscutiblemente se debe despertar.

Hoy, donde otros pequeños seres se acercan a brindarme su mundo incondicional, que fungen como duendes y mediadores de la cruda realidad y que a la vez hacen ver a estas letras como simples grafías que no dicen nada en absoluto.
Donde otros sencillamente opinan sin tener la gana, la experiencia o ejemplo para hacerlo y, los que sí, sencillamente callan y dejan que todo suceda.

Tanto hoy, como ayer, tienen que ver para mi mañana. Mis sueños o pesadillas deberán encontrar un mejor nido y, mientras se siga gestando la música, habrá esa condición que me aclare el camino en cualquiera de los laberintos que esté pisando... aún creyendo que sigo fuera de.


Tanto tú como yo tendremos esta vez (y como tantas otras) agarrado al destino por sus recovecos e intentaremos hacerlo virar a nuestro favor... aunque sea por separado.

jueves, 4 de junio de 2015

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Existe una ruta donde acudo con mi bicicleta a hacer un poco de ejercicio.
Se trata de un par de calles que confluyen a manera de "ele" con una pequeña glorieta en su vértice. No sé cuánto mide el recorrido y, mi ir y venir por el lugar, depende del número de vueltas que suelo recorrer.

Ahí, a lo largo de algunos años, he visto cómo se ha modificado el entorno. Han desgastado más el asfalto los tantos vehículos que por ahí transitan debido al crecimiento urbano del entorno e, incluso, el aroma que despedía la alberca que se encuentra por el lugar debido a una escuela de natación, ya no es tan marcado como antes.

He visto ahí a grupos de aficionados al modelismo, tanto de vehículos como de aviones y ha servido dicha calle para enseñar a manejar a algunas personas.
Otros, que ya bien manejan, usan el espacio para gastar sus neumáticos en muestra de estupidez o de amor al aroma del caucho quemado y "untado" en el pavimento.

Vuelta tras vuelta, en inicio, disfruté enormemente del viento (ese mismo que aún me sigue acompañando, aunque ahora más impregnado de smog debido a la gran cantidad de autos que me rebasan y hacen sonar su claxon cuando me muestro ante ellos como una amenaza vial).
Disfruté mucho de ciertos atardeceres y alguna que otra vez la lluvia no me permitió terminar mi recorrido. Las fallas en mi bicicleta fueron pocas. Una ponchadura y una cadena suelta.

Otras personas han usado el lugar para hacer llamadas telefónicas, para conversar con alguna persona en el interior de su auto o para llevar a su perro a cagar y no limpiar pues, el espacio abierto, es más que el ocupado por fincas y/o establecimientos.

Hoy día, en dos de sus esquinas y sobre la calle, existen dos puestos grandes de comida: uno de tacos comunes y otro de mariscos donde venden "ceviche mitotero" como "el plato fuerte" del lugar.
Mas, lo que siempre ha llamado mi atención, han sido un par de ocasiones en que alguna mujer se detiene en su auto y, mientras habla por teléfono y observa el atardecer, manotea y llora en el interior del vehículo.


Supongo que "debo dejar" que las personas esclarezcan sus ideas así, sacando su frustración a través del llanto o el enojo para, más tranquilas, puedan discernir lo que harán.
El problema recae justo ahí, en ese inter y momento... pues, mientras yo disfruto del recorrido y la tarde, alguien más llora y padece...

Perdón, pero no puedo permanecer inmune ante tales muestras de dolor... (aún que dichas personas ostenten buenos autos o sea alguna mujer que, así al pasar, se le pueda apreciar hermosa).