martes, 27 de enero de 2015

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Sé que en ocasiones, estando fuera del dédalo, intento guardar un poco más las emociones para, luego de disfrutarlas y darles su cauce, compartirlas aquí con el más vívido deseo de contagiarles y de que compartan conmigo esa pequeña ventana que describo de mi vida.

Mas, sin embargo, muchas veces he creído que mi vida en sí no representa gran cosa ni para el medio y mucho menos para el mundo entero; mi trabajo musical se resume a unos pocos logros y mi vida entera gira entorno a la familia mucho más en este tiempo que en el pasado.

Entonces, qué resultaría si para tus hijos sólo eres un monigote sin jerarquía?  Sin voz de mando? ...con rumbo más que incierto y, lo que es peor, sin esos planes y/o proyectos ambiciosos a largo o mediano plazo?

Qué resulta de todo este "experimento de vida" que concluye con una discusión absurda entre padre e hijo?
De qué sirve entonces tanto, tanto y todo aquel pasado donde las muestras de afecto y cuidado se manifestaron y "terminaron de alguna forma" más que bifurcadas y revertidas en sendas posturas mediocres donde de ninguna manera predomina el silencio y la ecuanimidad para aminorar cualquier daño posterior?

Cuál es entonces, me pregunto hoy, el real sentido, valor y educación que debe otorgarle uno a sus hijos si llegan a esa edad donde te pierden el respeto, donde no comprenden el papel que cada uno en la familia representa y donde se malentiende cada haz de luz que se desprende de su prisma...

Por qué se debe siempre pagar con lágrimas, dolor abdominal, diarrea o ayuno...  O es que "sólo el sillón" entiende del por qué de su uso toda la madrugada?  ...o él también termina por no entender...


Sé que en ocasiones, siguiendo fuera del dédalo, intento guardar un poco más las emociones para, luego de disfrutarlas y darles su cauce, compartirlas aquí con el más vívido deseo de contagiarles y de que compartan conmigo esa pequeña ventana que describo de mi vida...

...lástima que esta vez no pude.

viernes, 16 de enero de 2015

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En esta ocasión cabe a la perfección el nombre de este espacio. Y es que, fuera del dédalo, es que poco a poco me entero de todo lo que ha acontecido en un pasado en algunos de los conocidos y contactos que ahora poseo en Facebook debido a mi tardía por decidir tener una cuenta personal en dicha red social.

Y no fue sino gracias a Genaro González y Amado Almaráz en que, en una charla de café, nos "pusimos al día" en determinados tópicos que conciernen a nuestro entorno tanto personal como musical.
Así, fue que me enteré de cierto seguimiento de vida del menor Dylan Díaz Ortíz. (hijo de Mauricio Díaz y María José Ortíz Mena)

Fue gratamente hermoso el dar seguimiento de su avance mundano, y desde 2010, gracias al "muro" de su madre. Las fotografías que ella publicó, casi siempre tomadas con una cámara profesional, dieron a dicho seguimiento un momento muy especial y cálido, haciendo por instantes que fuera partícipe de su alegría gracias tanto a los comentarios como a las simples imágenes.

Actividades, momentos estáticos, visitas, familiares otros, nuestro querido "hueso" como parte esencial del todo y por supuesto su madre quien, haciendo las famosas "selfis" incluyó maravillosamente al menor que aparecía con sus infinitas facetas inocentes y colmadas de brío temprano acordes a su edad.

Está por demás decir que, dando dicho seguimiento al "muro" de Marijose, uno termina infectado de tan bellos momentos impresos y de aquel trío que apareció frecuentemente en cada imagen... y es justo ahí que también termina por impactar fuertemente la noticia del deceso del menor en noviembre de 2013 pocos días después del cumpleaños del pequeño Dylan.

Leí entonces los comentarios de apoyo y de duelo que hicieron todos aquellos quienes se enteraron en su momento de la muerte del menor y, volví a sostener, que carecemos todos de esas palabras que puedan proporcionar un apoyo moral a quienes padecen la pérdida... incluso, sé de cierto, que este post no servirá de nada para nadie a este respacto y quedará sólo en grafías puestas muy por fuera del laberinto (pues ya he dicho que me entero tardíamente).


Mi comentario final obedece aquí a todos aquellos quienes llevan su "muro" cual bitácora de vida de su familia y nos plagan de notificaciones que sólo "competen a ellos" y a su felicidad haciéndonos (de manera a veces hermosa) tan partícipes que, sí, sí compartimos gran parte de dicha alegría o ese dolor que suma cada suceso o deceso pues, como humanos, una de las principales razones por las que estamos aquí es para dar y sentir amor... de ahí que no podemos mantenernos inmunes a todo cuanto acontece en nuestros cercanos (y aún los no tan cercanos).

Ruego y solicito aquí su comprensión y su perdón.

viernes, 9 de enero de 2015

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En cada "punto y aparte" de cada entrada de este exterior del dédalo se trata de continuar con una secuencia de vida, con un seguimiento a los aconteceres también del derredor y, es muy lamentable, que en ocasiones se "deba detener" el rumbo gracias a acciones o sucesos para recapacitar y semi-revisar el andar.

Y como ejemplos: "el tiempo se detuvo" cuando tuve en el escenario a personalidades maravillosas este pasado miércoles en Rojo Café. Personas que han sido parte importante y esencial en mi devenir musical y/o profesional... a todos ellos, gracias por detener mi andar.

"El tiempo se detuvo" cuando topé de nueva cuenta (y luego de casi veintitantos años) a aquel profesor que me colmó de sensibilidad, vida, sencillez y amor y que, a pesar de "refunfuñar" un tanto y a su manera amena, pudo conpartir conmigo algunos acordes que solicitaban un vínculo universal de amor y felicidad por el encuentro.

"El tiempo se detuvo" cuando tuve esa conversación con otro compañero que retomó de manera inteligente su vida personal y al cual vi en unos momentos como espejo mientras me detallaba parte de su acontecer. Resulta por demás decir que mi empatía gritaba por dentro y le abrazaba con cada semblante suyo o con cada resolución que me comentaba había tomado.

"El tiempo se detiene" cuando las redes sociales me acogen y otorgan ese mísero resquicio que se necesita para sentirse vigente y acorde a los mejores protagonistas de la trova y el canto nuestro en México sin que llegue a sentirse cual enorme ego que me enalza sino, insisto, sólo para sentirme parte aún del gremio.


Pero, qué triste es sentir que "se detiene el tiempo" cuando se vuelve a asesinar en nombre de Mahoma, Diós, Alá, Jesucristo o cualquier otro nombre que tenga la deidad que se prefiera.
Qué triste es ver que "se detiene el tiempo" para los fallecidos y que nuestro tiempo sigue corriendo ya sin ellos...
Qué triste es ver que "sólo lo que pensamos y preferimos" es lo absoluto...

Y mucho más triste es ver que sigue transcurriendo el tiempo y nos sentimos inamovibles ante tanta injusticia, ante tanta muestra de indiferencia, ante tanto vuelco negativo hacia el planeta de nuestra parte y un sin fin de etcéteras...

Habrá acaso ese 'alguien' que está sugiriendo quitar la pila o dejar de dar cuerda a nuestros relojes de manera ventajosa?

domingo, 4 de enero de 2015

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A dos mil quince se le ocurre iniciar con pesadumbre, con poca gana de que transcurran sus días y, eso, beneficia aún a muchos que la han seguido pasando de copa de en copa y de celebración en celebración pues, "alarga", el día preciso en que se deba regresar al trabajo, en que regresen los días de escuela y otros asuntos que dan vida y actividad a este enorme rancho llamado Guadalajara.

Dos mil quince inicia para mí con algunas sorpresas, con detalles por demás absurdos por parte de una mujer y algún compañero de trabajo demostrando que vale más "gandalla que otra cosa" en esta vida para poder ser "alguien" o hacer "algo" y aún se dan el lujo del ni siquiera hablarme o de limitarme aún más el entorno... par de pendejos.

Dos mil quince me sigue trayendo en arrastre todo aquel lastre que perjudica mi relación y que cada vez más parece pender de un hilo (como habitualmente se dice). El simple hecho de saberlo no deja margen un tanto holgado de zona de confort con lo que se espera que suceda algo importantemente difícil o crucial en corto plazo aunque, por otro lado, pudiera suceder lo contrario.

Dos mil quince, en sus primeros días, porta más sorpresas que otros inicios de año pasados; hace que se nos erize la piel con el cúmulo de impuestos y otros aumentos que nos vuelcan la economía familiar y forza a trabajar mucho más del doble para vida de subsistir o supervivir pudiendo también con el sostén de la prole... aunque uno quiera trabajar, habrá alguien que se lo impida no por envidia o falta de escrúpulo laboral, sino porque sencillamente circula (al parecer) menos efectivo y... bla bla bla... cosas de la inflación.

Dos mil quince principia para mí con incertidumbre, con "pocas miras a futuro", con la necesidad imperante de vivir más al día que sumergido en el pasado o esperando ese futuro que, sigue, viéndose tan lejos como nunca y tan cerca como inalcanzable.
Llega, con noticias que nos tuercen la boca en mueca de incredulidad o de incertidumbre y desagrado mezclados y estos primeros días nos dan las sorpresas "necesarias", las que podemos cargar, entender y sopesar aún pues, de llegar todas en un momento, supongo que terminaríamos por suicidarnos o volvernos más apáticos de lo que ya reflejamos.


Sí, dos mil quince llega con más incertidumbres, con menos amor, con menos vida, con "más y peor de lo mismo" (o debo decir "peor y más de lo mismo"?) a pesar de la vastedad de mierda spam de buenos deseos (y otros enseres que parecen ridiculeces a todas luces) que circundan las redes sociales y que tienden a ser idioteces ante la obviedad de la situación en muchos de nosotros... crisis!

Dos mil quince... quince! ...y lo sigo contando.