miércoles, 14 de febrero de 2018

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Remueve en mí la huella de tu presencia y descubrirás que todo el vacío que habita en mí sin duda está colmado de ti... intenta llenarlo un poco más para observar cómo lentamente se derrama cual fino elíxir cual punto de ebullición.

Despoja de mi rostro mis ojos y sin duda seguiré mirándote entre mi oscuridad, entre mis sueños más queridos o entre colores que nunca terminaron por parecerse a los de nadie más... aún ahí, en la negrura y penumbra, estarás íntegra y total para deleite.

Arranca mi sentido del oído y reconoceré tu voz a distancia sólo con sentir la vibración que tu canto emite, la de tus palabras más sinceras dirigidas a mí o las que fueron arrojadas a mi rostro aún en nuestros momentos más difíciles y colmados de tu enojo... pues, aún en mi silencio, las propias paredes estarán impresas de tu tesitura.

Cose mis labios para que nadie más intente rozarlos con ternura o pasión y, entre puntada y puntada, descubrirás cada línea de tu cuerpo que anida ahí, alguna otra que nunca terminé por besar y que, sin duda, permanecerá ahí hasta que muera... el emitir palabras ya no importaría incluso.

Ata mis manos, corta mis dedos, arranca mis brazos si lo deseas... reconocerás enseguida que la tersura de tu piel está más que plasmada en cada yema y que aún conservan ese aroma que despides con cada paso mientras, desnuda, te ufanabas frente a mí a sabiendas que enloquecía por ti.

Intenta quizá el "creerte otra persona" y así erradicar de mi memoria tu recuerdo... me verás llorando con el anhelante deseo de volver a saberte, de volver a escucharte, de volver a tocarte o verte, de sentirte tan mía como lo fuiste y de que te cerciores una vez más que soy enteramente tuyo.

Arranca mi corazón si deseas; dejame desangrar lentamente y, teniendo mi corazón entre tus manos, verás que tu nombre está ahí grabado, que el color de mi sangre es idéntico al tuyo pues, ella, se identificó contigo desde el inicio de nuestros tiempos y se sabía de tu propiedad...


Luego, ya muerto, notarás una sonrisa aún en mí al saberme abatido por ti, al entender que fuiste tú quien se apoderó de todo cuanto fui y llegaré al limbo gustoso y pleno con la esperanza aún en el alma de volverte a encontrar en el fin de los tiempos y la vida... pues fui, soy y seré irremediablemente tuyo.