domingo, 20 de octubre de 2019

.

En este constante acudir a los recuerdos (tanto hermosos como detestables) los sentidos son los únicos que llevan la pauta intangible en nuestro existir tangible.

Las playas, independientemente cuál sea ésta, posee su característico aroma y, bien pudiera andar en bicicleta por algún parque citadino para percibir entre su humedad y en el viento algún rastro de aquel remembrar estando al pie del mar.
Otros aromas que son sumamente memorables son aquellos que en perfume o loción son usados por las personas... algunos definitivamente nos trasladan y evocan gratos momentos pero, he conocido algunos más, que sencillamente ahogan, no permiten respirarlos y, lamentablemente, la mayoría de ellos son usados por mujeres que creen que les sienta de maravilla.

Aquel sabor que permanece en nuestro recuerdo gracias al paladar y que difícilmente hemos vuelto a catar... A dónde es que se quedan todos esos considerando que fueron probados hace algunas décadas y que sólo anidan en un rincón de la memoria.
Será acaso debido al sazonar de más? Al querer colocar ese toque culinario que ya no empata con el catado en nuestra niñez? Los ingredientes actuales que no poseen la textura y/o riqueza gastronómica de los de antaño?
Esos sabores, la mayoría, sólo quedarán en nuestro recuerdo.

Nuestros oídos sólo estarán atentos en extremo cuando se deje escuchar aquella melodía que estuvo de moda en nuestra infancia, en algún ladrido callejero que remembra nuestro perro querido y que hoy ya no está; alguna voz, alguna frase en específico o el sonido de un motor, una fábrica, una empresa y su trajín interior.

Nuestra vista es la más compleja de todos... nos engaña, nos hace creer que vimos cosas inexistentes, confunde colores y, por más hermoso que sea el entorno, no lo "podemos guardar" en totalidad y detalle en nuestro cerebro.
Cada atardecer, amanecer, el rostro amado, la desnudez, el acudir a un concierto y ese observar detenida y minuciosamente el todo nos envuelve en limitantes para poder describirlo con palabras.
Pero, en esencia, juega un papel más en el saturar a nuestro cerebro de recuerdos y experiencia.


Qué lamentable el saber que, con el paso de los años y/o debido a enfermedades, cada uno de nuestros sentidos pierden parte de su función... Nuestro olfato tiende a sólo reconocer una parte de los aromas y ya no la totalidad de ellos, nuestro oído pierde sensibilidad, nuestro gusto ya no percibe si algo está salado o muy dulce y nuestra vista se deteriora hasta quizá quedar más que miopes o en definitiva ciegos.

No es sino sólo la mente, el recuerdo, el conocimiento y cada sensación que anida ahí la que nos mantiene vigentes en la vida y sus riquezas, pasadas, presentes o futuras.