sábado, 4 de enero de 2020

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Extrañamente, este dos mil veinte susurra en mi mente decenas de recuerdos... desde los que datan de lustros atrás hasta algunos de menor antelación y, todo, sólo por revisar lo que había en mi bandeja de entrada en el e-mail.

Han estado presentes situaciones que, en aquel entonces, parecían de poca trascendencia y hoy día observo cómo lograron atravesar parte de la razón y situarse en un sitio importante en el haber de mi vida y de alguien más que compartió dicho momento.

Personas que solían acompañarme algún viernes, por ejemplo, y que ya no lo hacen más; compañeros de trabajo de los cuales "envidio" su quehacer haciendo una absurda comparación con el mío y que, a fin de cuentas, sólo ha sido por mera convicción de no trocar la actividad que poseo.

Supongo, que todos tenemos ese instante para recapacitar, para sopesar lo acontecido en el año que concluye y, la realidad, es que sólo eso ocurre gracias a un "medidor" social al que llamamos calendario donde las fechas se repiten y conllevan al consumismo cuando, el hoy, es el único importante al darnos la pauta para decidir lo siguiente por hacer.

Y no es mi caso. No soy de los que suelen hacer "planes" para los trescientos sesenta y cinco que vendrán o de los que echan en papel o a la basura los mismos trescientos y tantos que pasaron... sólo vivo y amo trabajar pues, desde ahí, sostengo que todo se logra: se hacen nuevos amigos, se cobra mejor experiencia, se pule lo que bien se sabe y se aprende enormemente con los que se acercan aún si siguen siendo los "habituales" o los que ya no lo hacen.

Y son pues los que ya no están tan presentes que nos enseñan mucho más... qué decir de los que han fallecido.


En un inicio, mi texto pretendía ser un rebuscar de frases que aportaran un poco al pensamiento de mis lectores y terminó convirtiéndose en sólo un simple monólogo con poca esencia... poca, para los que suelen saberme y conocerme y, un tanto más, para mis adentros que siguen repasando escenas, momentos, situaciones y conversaciones que aún existen dentro de mi bandeja de entrada en el correo electrónico.

Llegará el día en que muera y, entonces sí, saldrán a la luz decenas de cosas que serán inentendibles para todos quienes me conocen o creen conocerme y, asimismo, formaré parte también de su recuerdo y del recuerdo mismo.