lunes, 30 de enero de 2012

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No puedo asegurar que "existía calma" en esta estar fuera del dédalo, pero tampoco puedo asegurar lo contrario.

Puedo decir que ciertas cosas caminaban bien; los paisajes tenían lo suyo, los colores "estaban en su lugar" (aunque no precisamente yo perteneciera a dicha gama), el viento, la lluvia, en fin...
Debiera preguntar acaso si tú eres justo quien "no anda bien"?

De cualquier manera, no me sostengo en este lado del laberinto; no puedo tener aquello que solía, catar aquello que cataba o disfrutar el todo desde aquí... no me quejo, y casi puedo creer que algunas cosas están mejor así.
Debiera preguntar que eres tú quien no aprecia dichas "mejoras"?

No puedo hablar por ambos, no debo hacerlo y, si bien conozco parte de tus respuestas, tampoco me atreveré a asegurar o reafirmar alguna de ellas.
Sé, que el tiempo es el mejor aliado en este estar y que debo emplearme en encontrar el poder tener más capacidad para enfrentar lo que venga y así no terminar "siendo devorado" por la magnitud de tal o cual problemática.

No es sencillo; lo sabes y lo sé... mas, por qué es que sigo fuera del dédalo?
Supongo que es porque sencillamente no fue fácil, nada fácil, el estar dentro del él y se encontró este recoveco donde pudiera estar cercano solamente a dicho laberinto y sin formar parte activa con el fin de poder entenderlo, asimilarlo y redescubrir otras perspectivas... aquellas, que tenías a bien sacar a flote o poner en práctica.

Bajo este menester, es justo que preciso del tiempo, del espacio, de la pausa en el virar y virar sin sentido aparente para con ello intentar retomar quizá el rumbo desde aquel último viro errado y poder resolver la parte del acertijo que quedó más que inentendible para ambos.

Sabes que necesito de ti en mayúscula ayuda y, si presionas, lo único que entenderé es que soy yo el único errado cuando, ambos sabemos, fuiste tú la que me envió a esta perspectiva del laberinto.

Tiempo, reina... sólo pido tiempo.

martes, 24 de enero de 2012

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Cuán necesarias son las "pausas en el camino"...

Cuán mágico resulta cada murmullo en ese inter, cada sueño, cada añoranza.
Cuán importante la esperanza, la nueva ilusión y el poder echar a la mierda cada fantasma que sólo se ha encargado de oscurecer mi estar fuera del dédalo.

Cuán importante este recapacitar de las cosas, de las situaciones; este valorar de cada momento, de luchar contra los sonidos que emanan desde boca de otros... sí, dije "sonidos" pues, palabras, no he podido entender debido a tu imagen y reflejo en cada actividad que precisa de mi tiempo y ocupación.

Cuán poderoso tu roce... tu sonrisa invitándome de nueva cuenta a sumergirme en el laberinto y hacer las eses dentro de él con cada viro.
Cuán impactante tu mirada... esa misma que se agolpa en mi recuerdo y no me orilla sino a sólo llorar o saberme en toda ella.

Cuán fuerte tu silencio... Tu amor entero que me sigue atando a ti y que, de vez en vez, aprietas con sus nudos el mío para extraerle toda la inmovilidad que necesitas para saberte única en mí... y gozar de tu gozo, susurrar para ti, saberte con el logro en manos y entregarlas a mí para que yo también les ate amorosamente.

Cuán extraña cada recaída...
Cuán silente la tristeza, tu tristeza... Cuánta entrega existe aún en tu cuerpo que sigues acercando al mío para que lo tome cual si fuera la primera vez...
Cuánto silencio al despertar y entender que todo es un sueño, que las lágrimas acudirán y que sólo estarás esta tarde en mi recuerdo...

Cuán necesario, oportuno o preciso ha sido este estar fuera del dédalo?


Será mañana quizá, cuando deje de soñar, que lo sabré.

viernes, 20 de enero de 2012

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No te conozco... y ya me permitiste mirar hacia el interior de tu dormitorio y, con ello, recordar aquel que he estado mirando desde fuera del dédalo y que extraño tanto... con sus sábanas limpias, con su aroma femenino, infantil y un tanto frío.

No te conozco... y ya cruzaste mi mirada a lo lejos con esa inquietud de entender el cómo es que tanto tu luz en tu habitación como en la mía permanece encendida hasta tan tarde.

No te conozco... y ya he intentado el repetir observar una vez más ese tu espacio que imagino sólo a través de lo grueso de tu cortina y que no pienso en derribar para "estar contigo".

No te conozco... y ya adiviné una vez más lo que es la intriga, lo que es el celo, lo que es el parecer ridículo y furtivo antes de que salga el sol... y volver a recordar que una nueva cara me espera cada noche para que deposite mi beso en ella.

No te conozco... y ya desistí (desde la primera mirada lejana) de conocerte, de saber quién eres y dejar que sea alguien más quien pueda sentarse a tu lado en su momento, te desnude y pueda amarte como mereces ser amada...

...que, aquí, tendré pronto la cita que espero, la presencia que añoro, el sueño que requiero, el perdón que imploro y la comprensión que demando para volver a ser feliz como lo he sido, así, sin conocerte, sin la esperanza de querer hacerlo, de volver a cruzar la mirada lejana o intentar derribar esa tela que impide que nuestra intriga se torne mutua a altas horas de la noche.


No, no quiero conocerte.
Preferiré seguir observando hacia este lado del laberinto que me sigue atrapando con sumo interés y amor.

domingo, 15 de enero de 2012

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Quizá habrá una mañana en que todo esto termine...
En que pueda despertar y percatarme de que todo fue un sueño, de que sigo inmerso en el laberinto y, debido a este desvarío, no pude percibirlo diferente a lo que realmente fué.

Esa mañana seguramente debe estar cerca pues, ya habiendo padecido de esta manera, de esa "su manera", habrá quedado algo en mí y en ella que nos hará entender el por qué de tanta lucha, el por qué de tanto llanto, de tanta impotencia, de tanta rabia frenada y otra derramada en ambos y desde cada cual.

Esa mañana habrá más luz "que de costumbre"; el sol brillará con más claridad, tendrá la sinceridad de su función en el cielo y, desearé enormemente, que también poseamos dicha sinceridad y función... para que el devenir de los días sea cada uno de ellos el más amoroso, el más comprensivo, el menos ofensivo o el menos desdeñado.

Esa mañana sumará otros mañanas que, si bien sugieren ser inciertos, podrán tener el sustento suficiente para poderlos asir desde su inicio y no permitir que fenezca sin ese derrame constante de amor, de paz y tranquilidad... cosa, que viví y tuve plenamente estando inmerso en el dédalo y que olvidamos que existía con el paso de los días.

Esa mañana seguro volveré a sonreír y, si bien la gente imagine que lo preferible es estar fuera del laberinto, yo podría asegurar que, de conocer mi dédalo, muchos querrían estar inmersos en él... El caso es que cada quién sostiene el peso del suyo y (en verdad) no querrían salir de él para vivir en totalidad lo que yo he catado estando fuera y, este exterior, también forma parte de dicha totalidad.

Esa mañana me verás, te veré, sonreirás quizá e intentaré sonreír para ti en señal de comunión, de equipo, de tanta y tanta prueba superada que debe permanecer perenne en nuestros futuros mañanas para vida de que se consumen como tal...
De manera obvia, deberá ocurrir la noche para reconquistar nuestro siguiente mañana.


Esa mañana probablemente también esté inmersa en este aparente sueño... o debiera decir este sueño probablemente también está inmerso en este aparente mañana...?

viernes, 13 de enero de 2012

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...y, bueno... tendría qué toparme con alguna roca, con alguna pared en este andar fuera del dédalo... Y, de manera lamentable, se trata de un muro que, al parecer, yo mismo he puesto ahí "sin darme cuenta"...

Y he salido golpeado en mi frente...
Crece, en este instante, esa protuberancia a manera de chipote que me hace ver mal, que me coloca en el "lugar de los más feos" (al menos de momento) y duele, lastima mi cabeza, mi razón, mi ego y lo poco de la autoestima que había recuperado.

Las dudas vuelven a acudir, algunos de los sentimientos más crudos vuelven a asomar, los sueños se suman "invertidos", las frases duelen sin sentido aparente, el celo revive y se estaciona donde menos debería... y es ahí, justo donde más duele sin sentido aparente".

Y es que topé ahí, donde las capacidades humanas vuelven a cobrar por su género, donde se sabe superior quien realmente lo es (y no quien dice serlo), donde las heces son pisadas y despiden su fétido aroma sin poder librarlo de nuestro calzado o donde las miradas y los dedos señalan burlonas de mi situación...


Tardará, supongo, en que este hematoma sentimental baje o descienda de tamaño y, para entonces, espero haber recuperado otro poco de todo aquello que sigo recogiendo a pedazos desde el piso y que consigo rearmar difícilmente conforme transcurren los días y otros sentimientos se suceden y agolpan en este extraño devenir fuera del laberinto.

...y es que, parece, no terminaré en mucho tiempo de encontrar y recoger cada trozo de mí que sigo hallando disperso...

martes, 10 de enero de 2012

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Tendría qué encontrar ese punto intermedio para equilibrar las emociones y no estar deprimido más tiempo que estable... y, quiero decir "estable" al menos.

Tendría qué sostener el recuerdo con una mano y con la otra hacer las suertes musicales para no terminar sólo aferrado al peso de la remembranza y olvidar las "otras mieles" que la música sabe otorgar a quien le es fiel...

Tendría qué, al menos, asomar un poco a aquel dédalo de donde fui abruptamente echado pero, sospecho, que no habrá (al menos de momento) ese recoveco por dónde poder hacerlo...

Tendría qué perderme entre dibujos, entre hojas de un diario, entre pétalos marchitos de rosas que, deshojadas, lograrían enterrarme hasta el cuello y "suavizar" en cierta forma cada caída que tristemente pudiese dar...

Tendría qué poseer ese garbo, ese acento en mis palabras propios del extranjero que elude, que atrae, que envuelve, que excita y, al simple hecho de saberme cual soy, una lágrima asoma furtiva e intenta perderse convertida en humedad gracias al viento o al calor propio de mis ojos...

Tendría qué sonreír sencillamente y olvidar; dejar pasar este invierno cual frío que ha sido conmigo y eludir a Aldanaí con algunas suertes que sólo el amor me puede brindar... que sólo tú puedes en mí depositar.


Tendré, en todo caso, qué escribir más positivamente y dejar de intentar entrar otra vez en el laberinto... pues, casi aseguro, será él quien me atrape de nueva cuenta sin quizá percatarme.
Y, probablemente sea, cuando no encuentre salida una vez más de este trance...

miércoles, 4 de enero de 2012

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Espera… no cuentes aún los días.
No son estos los que debieras sumar a raíz de que principia el año, sino aquellos en los que puedes volver a ser plena en totalidad, donde no cabe más que tu nombre y el mío, donde la esperanza emerge victoriosa y el desamor es pisoteado por tu hermoso pie y el izquierdo mío.

Espera… no sumes aún los momentos.
No es que no sean buenos, sino que aún “no estamos preparados” para soportar su peso y cargarlos en vilo hasta nuestro seno, mantenerlos ahí y terminar tristemente por sostener que aún existe ese rencor que terminará por opacarlos, por deshacerlos, por convertirlos en menos que tiempo perdido.

Espera… no intentes escuchar mi corazón.
Pues no es este el que deseas que palpite cercano a tu oído, sino aquel que puede ser arrancado desde su interior y poder ser colocado en tu mano… el mismo, que hace hervir la sangre que transporta y que podría ser derramada en tus manos, tu espalda, tu vientre o tu boca con el firme propósito de ser amor para ti.

Espera… no vayas tan aprisa.
Pues terminaré más que confundido y podría recaer más prontamente debido al dolor que aún permanece tatuado en mi piel, en mi entender y en mi amor convertido en celo…

Por favor, no… no me repitas esa palabra aún.
No la digas sin el sustento que requiero, sin el alma puesta en cada letra que, desde tu boca, es pronunciada con tanto amor siempre que puede derretir cada uno de los polos con esa parte de tu aliento y podría tener a mil hombres a tus pies aún sin necesidad de pronunciarla… bastaría una mirada.

Por piedad… no, no más llanto.
Pues terminaré anegado contigo, vacío, más que húmedo y solitario sabiendo que “apenas inicia un nuevo momento” y ya estamos inmersos en ello y sumergidos hasta la frente sin la posibilidad del respiro que nos mantenga vivos, apegados al dolor y sin esperanza…
Preferiré antes que secar tus lágrimas secar la causa de ellas y, de ser yo, permanecer disecado a tus pies hasta el fin de tus días.