jueves, 26 de julio de 2012

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Ahora, permíteme felicitarte!
Por ese optar para provecho tuyo (más que el ajeno); por no callar lo que tienes qué decir e invertir menos tacto a esto y aquello.

Por ese optar no ceder más y, "caiga quien caiga", hacer ver a todo y a todos que sólo es importante el "tú", incluso, a costa mía.
Felicitarte, por seguir sonriendo a pesar de que no quieras hacerlo, por sonreír para otros más que para mí y por mostrarte más feliz allá que aquí.

Felicitarte en verdad por haber sido aprendiz de este esúpido maestro quien escribe hoy a sabiendas que pude contagiarte de lo negativo, de ese deseo de venganza, de hacer girar la misma moneda que cierta ocasión estuvo en mi bolsillo y que hoy ostentas como tuya.

Felicitarte por haber aprendido a manejar los artefactos electrónicos en tu beneficio, por saber ocultar en ellos lo que no deseas que te descubran y por contar o mostrar sólo lo que "te conviene" o lo que no nos puede provocar daño debido a la poca relevancia de ello.

Felicitarte por aprender a manejar sin tanto tacto lo nuestro, por haber perdido un tanto el interés al todo y despertar tarde, sin ganas de seguir, viviendo al día y sólo esperando a que arribe la fecha de tu nueva partida a solas... lejos.

Felicitarte por seguir aprendiendo desde el mundo, desde mis palabras que, pasados algunos años, por fin toman coherencia y relevancia aunque parezca tarde... Por seguir molestándote en atendernos y aún así hacerlo con ahínco.

Felicitarte por seguir participando en mis juegos, en nuestra intimidad repetitiva, por seguir manteniéndome (y cada vez más) fuera del dédalo y luchando día a día por mantener esta paz que se muestra más ficticia cada semana, más tomada "con pinzitas", más delicadamente.


Felicidades en verdad!  ...mas, llegará el día en que tú lo hagas para mí?

domingo, 22 de julio de 2012

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Llueve...
Haz que deje de caer agua desde mis ojos en silencio, que sea sólo la luz la que predomine en nuestro sendero y que nadie pueda volver a decir jamás que somos dos.

Llueve...
Y dentro, la humedad se muestra tan llana como ella sola, tan volátil como un suspiro, tan en búsqueda de cada rincón como el aire mismo...

Llueve...
Y desde fuera del dédalo puedo respirar de dicha humedad, de catarla, de mantener ese sabor conmigo y doquiera que vaya... de saberle permanente en mi recuerdo.

Llueve...
Y cada gota va sumando cada una de las remembranzas que me hacen sabedor de tu cuerpo, de tu propia humedad, de lo efímero de tus lágrimas en tu rostro y de todas aquellas otras que se perdieron mientras no estuve contigo.

Llueve...
Y su sonido me transporta, me acerca al más allá, me detiene en la carretera, me hace acurrucar bajo las sábanas y seguir llorando de impotencia, de cierta soledad, de la llamada de la incomprensión o a causa de creer que ya no me amas...


Llueve...
Dentro tuyo, por fuera mío... dentro y fuera del dédalo.
Ahí, donde tú... acá donde yo.

martes, 17 de julio de 2012


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Algunas veces me he llegado a preguntar qué otro rumbo podría tomar esta única ruta del estar fuera del dédalo, este seguir paralelo a él sin apenas tocar suelo firme pero seguir andando a pesar de saberlo, sentirlo y entenderlo así.

Y es justamente cuando, por alguna razón (que por cierto casi siempre es desde o hacia el corazón) dicho andar se torna complejo, incierto y plagado de cierta incertidumbre que termina por opacar gran parte de lo ya recorrido, de lo ya plasmado en el entorno, de lo ya “digerido”.

Y es que no del todo han quedado atrás aquellos momentos que han formado parte de nuestro laberinto; uno a otro los recuerdos se muestran o los agolpas en mi frente cual pequeño en preescolar a quien le adhieren una estrellita por su buen comportamiento y regresa a casa con la sonrisa y la satisfacción de sus acciones… mas, aquí en mi caso, no propiamente quisiera regresar o “seguir siendo premiado”.

Ciertamente nuestras acciones son las que dan forma a nuestro presente y, desde ese principal aspecto, me resulta por demás lamentable terminar siendo un “mata-perros” cuando sólo "he matado a uno de ellos". El resultado de todo esto parece no poder cobrar resultado favorable ante ti o en mi caso tener una cura total o absolución.

Vivir así, pues, resulta cada vez más difícil y concluyo cada día con ese mismo temor del que puedan regresar a tu boca los improperios, las mismas acusaciones o aquellas posturas tuyas cuando mis días se tornaron de lo más frío y caótico que jamás imaginé vivir a tu lado.

A cambio de todo esto, lo único que recibo desde tu razón es que “cualquiera de los dos puede repetirlo con sólo decidirlo” y, a su vez, se conserva en el entorno como amenaza más que resolución a no volver a cometerlo.

Por mi parte, puedo decir lo que siento, lo que pretendo, lo que tengo ya por plena convicción después de lo vivido y, en tu caso, no podría saberlo con la misma certeza al percatarme que tus palabras pesan un tanto menos que tus acciones… e, insisto, no se puede vivir plenamente con esto encima.

No quiero parecer mártir, no es en esencia lo que pretendo al plasmar este escrito, es sólo intentar poner como manifiesto el que, a pesar de todo lo que en apariencia estamos luchando, existen ciertas lagunas que terminan por ahogar parte de la esperanza de que lo nuestro resulte o concluya con bien… y termino derramando una lágrima después de mi última reticencia.

miércoles, 11 de julio de 2012

Diez

No podría en diez cuartillas describir siquiera lo que son diez segundos contigo y/o en determinado momento de nuestro estar.

Aquellos diez días de asueto que seguramente tendrán más de diez vertientes de dónde tomar un rumbo para la siguiente escritura o para crear la nueva caricia.

Las más de diez canciones que, aunque pudieran sumar más, se muestran profundamente cargadas de sentimiento y guardan una lágrima por cada una de ellas en tu honor, en tu recuerdo y/o en el celo que aún conservo hacia ti.

Deberán ser más de diez años los que deba guardar reposo y afecto en ti para quizá erradicar tanto daño del que fui capaz de sembrar que, los otros diez restantes de los cuales gozamos en historia, deberán a su vez poseer su peso para salvar parte de dicho daño.

Sostengo que han sido diez lunas las más representativas en nuestro andar nocturno y sé que desearemos muchas más de ellas en nuestro transcurso.

Y, aunque no debo hablar por ti, me agradaría enormemente el tener más de diez sueños en ti que te hayan sembrado el deseo de seguir a mi lado como yo lo deseo sin siquiera dormir o evitar hacerlo estando contigo.

El desear saber al menos diez palabras que provoquen en ti el más sincero de los deseos, que emanen las más hermosas sonrisas, que puedan arrancarte una lágrima, un trozo de tu apreciable y entrañable deseo y/o poder tener de tu compañía con sólo decir una más.

Con sólo diez días de saberte, diez semanas de espera, diez lustros de amar u otras tantas decenas de razones es que quisiera morir en menos de diez segundos...
Todo ello, sólo por el placer de haberte conocido, de haber catado tus diez principales razones para amar, para vivir y/o para querer seguir a mi lado después de las decenas de estupideces que he cometido contigo.


Diez mil veces gracias, amor.  Diez mil veces perdóname.
Diez mil te amo aneguen tus oídos al tú leer en este espacio.

miércoles, 4 de julio de 2012

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Qué ganas de volver a aquel pasado donde todo era elocuente, donde podía formar parte esencial de cierto todo, de ser co-partícipe de la esperanza, de llevar en la frente el beso de quien me ama y mostrarlo con una sonrisa a sabiendas que provenía desde ella.

Qué ganas de volver a erizar los bellos con un simple roce, de poder transmitir o infectar con un leve canto la emoción y la pasión de quien me escuchaba, de poder ser parte del guardarropa, de vestir con traje de Adán e ir y venir a placer entre sombras o plena luz diurna en casa...

Qué ganas de esperar esa llamada, de entender que, del otro lado de la línea, estabas tú con ese deseo quizá no tan intenso como el mío de volver a encontrarnos en intimidad y que fueras "aire para la vela de mis ganas"... De contar una vez más los días y las noches juntos e imaginar deseosos y plagados de intriga el que sumarían miles pasado algún tiempo.

Qué ganas de regresar a ese pasado donde la lluvia acompañaba nuestra despreocupación, donde el amor intentaba darnos forma, donde la luz era símbolo pleno de esperanza y/o donde el trabajo no era sino sólo un "reloj detenido" que frenaba nuestro próximo encuentro.


Qué ganas de tener hoy más que estos veinte años... que se repitiera todo nuestro inicio con la convicción, la certeza, la seguridad, el amor y la experiencia que hoy tenemos...
Qué ganas de tener hoy más de todos esos miles de días sumados... y qué enorme es el deseo de que nunca terminen, que este amor pueda durarnos y alimentarnos por siempre sin hacernos trastabillar en vano por dudas mal fundadas o erros en nuestros comentarios...

Qué ganas de tener hoy más que ese todo que ya vivimos, que llegue poco a poco, que cale en lo profundo, que duela... que nos haga recapacitar una vez más que intentamos ser el uno para el otro a pesar de romper con los esquemas que alguna vez nos propusimos individualmente...

Qué ganas...