martes, 25 de marzo de 2014

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Supongo que, tratándose de estupidez o falta de madurez, no es posible hacer gran cosa.

Comentaba en un post anterior respecto a la falta de interés por parte de la gente que habita esta leal ciudad (que sigo sin entender por qué le dicen así... leal a qué?) y, tras ciertos sucesos de los últimos días es que sigo sosteniendo la apatía, estupidez extrema, barbarie y falta de madurez de esta pocilga cultural que llaman Guadalajara.

Sí, sí me duele en cierta forma el decirlo pues yo mismo formé parte de ella y, hoy día, con la extensión que ha sufrido el crecimiento urbano, es que ya ha alcanzado dicho extenderse hasta Zapopan, Tlaquepaque, Tlajomulco, Tonalá y otras comunidades que, en inicio, eran simples pueblitos o ranchos (hablo de San Sebastián, Tesistán, Santa Anita, Juanacatlán y otros más que omito) y que, gracias a las acciones del principal municipio, es que nos "lleva entre las patas" a todos los demás. O sea que, si algo se comete en Guadalajara, todos los que lo circunvecinan "resultamos de alguna manera culpables".

Me competería sólo hablar de lo que logramos en el escenario otro compañero músico y yo en cierto lugar en Guadalajara (al cual sólo acudieron cuatro personas cuando, en la zona metropolitana, ya somos más de ocho millones) y que nos dejó entrever el que sigue (y seguirá por mucho tiempo) la ausencia de gana hacia la propuesta por parte de nuestro querido y "leal" público citadino.

Me sorprendió en exceso el que se siga creyendo que sólo el virtuosismo es capaz de atraer a más oyentes y/o espectadores y volví a catar de labios de mi compañero el que no está casado con muchos principios que yo he considerado para mi vida y donde él sencillamente no comulga ni comparte opinión. Independientemente de los gustos musicales, alguna ocasión habíamos comentado que, siendo este arte universal, es más sencillo comulgar en el medio... y parcamente me ha callado la boca y no predominó esa noche sino sólo su apreciación y comentario.

Muchas de esas veces sólo escucho o "me dejo llevar".

Por otro lado, la demostración más férrea de barbarismo, estupidez y falta de raciocinio, fue en definitiva la que se llevó a cabo este sábado pasado en el estadio Jalisco de esta ciudad comandada por el mote de "leal" y que no resulta sino sólo ser una cucharada más de rancheros sin escrúpulos que hacen su ley echando por encima los derechos de los demás sólo por ser ellos los "más".

Siendo un "clásico futbolero" local y de antaño, qué tristeza me da el saberlos aún férreos y acérrimos defensores de un par de colores puestos en una camiseta deportiva y que no puede sino sólo significar estupidez, fanatismo mal encauzado o cualquier otro mote despectivo por y en relación a los hechos ocurridos en la gradería de aquel recinto.
Todos los que saben de los sucesos saben que me quedaría siempre corto con mis palabras.


Supongo que, tratándose de estupidez o falta de madurez, no hay mucho qué hacer... y, lo peor, es que "yo formo parte del grueso" -sólo por vivir aquí-.

viernes, 21 de marzo de 2014

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Muchas de las veces (y aún estando inmerso en el dédalo) la vergüenza ha sido la que predomina frente a otras personas que provienen de otro estado de nuestra República debido al tipo de gente que habita esta ciudad a la cual "orgullosamente" hemos llamado el rancho... el enooorme rancho.

Muchos eventos importantes en esta ciudad de Guadalajara se han gestado con una factura propia de primer mundo y lamentablemente el comportamiento de mis vecinos y conciudadanos ha sido por demás nefasta, inepta y estúpida a más no poder demostrando con ello que, insisto, forman parte de este enooorme rancho que denominamos ciudad.

Silvio Rodríguez ya lo constató por citar sólo uno de tantos otros ejemplos y, qué tristeza! pues seguirán llegando excelentes propuestas a nuestra creciente ciudad que terminarán por desencantarse al toparse con estos entes de muy poca apertura al arte o al progreso. Al cambio.

Dos compañeros músicos y compositores oriundos de Oaxaca intentaron también en estos días mostrar parte de su trabajo y empeño musical y, no les miento, uno de ellos, Juan Manuel Pérez Castellanos ("el panda") ya cató a esta 'leal ciudad' pues, después de varias presentaciones, su ingreso apenas fue de doscientos pesos (poco más poco menos).
Terminamos siendo los amigos quienes lo acompañaron tanto a él como a Manuel Ballesteros quienes aplaudimos su talento (porque vaya que hay talento en ellos!).

Bromeaban en este día en cierta estación de radio algunas personas al decir que, en treinta años, sí ha evolucionado la ciudad y, para muestra, la catedral metropolitana ya cuenta con alumbrado propio a manera de atracción turística que, con un costo de doce millones de pesos, presumen desde esta noche los apatíos... perdón, tapatíos (cuando, a unas cuantas cuadras más dentro del mismo municipio, no se ha podido reparar tres o cuatro decenas de lámparas del alumbrado público que siguen descompuestas o apagadas desde hace meses...) Ese, justamente ese es nuestro "adelanto metropolitano" (más atole con el dedo!).


¡Quién puta madre gasta doce millones en su instalación eléctrica e iluminación?! El enorme hotel RIU acaso?
Perdón... pero es que la vergüenza no me deja pensar claramente y me ofusco...

sábado, 15 de marzo de 2014

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...y es que todo "se queda corto", tiende a ser menos que nada cuando se habla de la totalidad del cosmos.
Mi dédalo, laberinto o traba vivencial no es sino nada comparado con la hecatombe trivial del universo, con el ritmo acelerado de la combustión de cualquier sol o de la gama que ofrece el nacimiento de una estrella.

Todo lo que conocemos aquí, la Internet, la "inmensidad" del mar, todos los inventos del hombre, la tecnología más avanzada de nuestro hoy o incluso el propio tamaño de nuestro planeta... todo, todo ello se resume en nada comparado con lo que se deseé comparar en el firmamento.

Miles de millones de galaxias danzando frente a nuestros ojos a través de los telescopios más potentes que, siendo sinceros, sólo alcanzan a ver una mísera parte del vasto universo y, lo peor de todo, que su luz no es la "actual", la que vive en este preciso instante pues nos llega con un retardo extremadamente elevado dada la velocidad de la luz y su lejanía con nuetsro planeta.

Millones de millones de planetas orbitando en cada uno de esos soles que conforman las galaxias en cuestión no pueden sino sólo decirnos que dejemos de pensar en estupideces, que erradiquemos de cualquier manera toda forma problemática hacvia nuestra vida pues es por demás que nos enfrasquemos en vanalidades que ni siquiera tienen algo que ver con lo existencial... No fuimos creados para terminar en sólo problemas y conflictos.

No puedo entender mi vida sin lo que conozco y, eso, justamente es lo que no termino por entender al intentar hacer comparaciones, al desear acercarme siquiera un poco a "otro estilo de vida" que no sea el de este planeta...
Ciertamente disfruto mucho de cada cosa en esta corta vida, de cada descubrimiento, de la música, lo culinario, los paisajes, el color, los sueños, las drogas, el alcohol, el trabajo y lo familiar que me rodea... pero me inquieta mucho qué hay más allá de todo lo evidente.


Qué lamentable que "todo se quede corto" ante el todo y qué triste es vernos sumergidos en estupideces mundanas y/o humanas que no lograrán trascender jamás en la actividad propia del cosmos... así vivamos millones de años.

Y, por otro lado, qué imposible el tratar de descifrar su funcionamiento.

miércoles, 5 de marzo de 2014

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En lo que un día y otro pasa las cosas se suceden.
Cada fallecimiento, accidente, menester que provoca, amargura que se rescata, epifanías, mounstruosidades incluso de algún mandatario que, arcaicamente, supone que el mundo es para él o sólo de él... el mundo cambia con nosotros encima.

En lo que una semana y otra pasa las cosas se suceden.
Las fechas postergadas, las llamadas inesperadas, las citas y los encuentros, los recorridos que nos llevan al mismo lugar y donde, a veces sin percatarnos del todo, reconocemos que nada es igual, que nada se sucede de la misma manera o incluso el entorno ya no permanece similar a nuestra última visita.

En lo que un mes y otro pasa las cosas se suceden.
Nos sumamos a la propia suma de los años y al recorrer del planeta sobre su órbita, reconocemos cada fase lunar y acompañamos al cosmos en su eterno movimiento sabiendo que también nosotros requerimos del no permanecer inamovibles para no convertirnos en un fósil, en un recuerdo apagado, en una palabra llevada por el viento.

En lo que un año y otro pasa las cosas se suceden.
Algunas quizá no con el fin que quisiéramos pero concluídas al fin, otras tantas más con la incertidumbre a cuestas y un mil más con lo inesperado intrínseco, con el dejo de duda, con la simbiosis o la catarsis que todos llevaremos en su momento y con el silencio o el sólo sonido de nuestros pasos en cada recorrido al mañana.


En lo que una vida y otra pasa... las cosas se suceden.