lunes, 30 de abril de 2018

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Tú qué hubieras hecho?
Así, como reza aquella canción del ropero, tendrías ese lugar "sagrado" para tanto y tanto recuerdo plasmado en fotografías, recados, presentes y algunos otros detalles que se van acumulando con el paso de los años?

Ciertamente los tiempos hoy son otros...
Supongo que tendrías que conservar un celular u otro donde quedaron infinidad de mensajes o "ese lugar en la nube" donde, sólo con tu autorización, podrías visitar y descargar tanto y tanto "recuerdo electrónico"... y no, no parece lo mismo.

A dónde se quedan las miradas, las frases dichas, las lágrimas o cada paso plasmado en la arena, en alguna calle... y esos aromas, dónde los guardas?
A dónde acudir por los silencios, por las notas, los besos o cada roce.

Justo pensaba eso esta tarde en que recibo un par de mensajes tuyos... Ésta era electrónica me enferma o termina por darme náusea. Dejó de convertir cada pasado en artículos colmados de historia, de recuerdos, aromas y amor en sí.

Sólo quedará a fin de cuentas lo confiable de la memoria propia, el erizar de la piel con cada remembranza, la sensación vivida, cada clima propio de estación que terminará por golpear nuestra mente, los sueños que nos trasladan o alguna lágrima en pro de todo aquello que fue desechado, desdeñado, desaprovechado o no valorado.


Aunque digas que, hoy, eres "feliz" sin mí o a pesar del todo.
No debí preguntar "qué hubieras hecho"... la pregunta idónea es: qué hiciste entonces y desde entonces?  Qué haces ahora?

martes, 3 de abril de 2018

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Es extraño verlo así, pero todo parece apuntar a ello...

Y es que quiero referirme al paso de los años donde, luego de vivir, trabajar, experimentar, probar, amar, degustar y procrear, termina uno por quedarse solo.
Allá quedan todos esos días en que, gracias a los años en que me ofreciste tu compañía, puedo decir hoy que no necesito otra y, ello, me orilla a quedarme solo.

Allá quedan esos días en que uno visita a los amigos y, poco a poco, ellos dejan de visitarte, de acompañarte en presentaciones o de acercarse a tu casa donde, inexorablemente y sin temor a equivocarme, terminarán por dejarme solo.

Los he visto (a esos solitarios) vagar o acudir siempre solos a ese restaurante donde me presento, a esas obras de teatro, al cine, a alguna reunión incluso donde se festeje algún cumpleaños o celebración y resulta extraño el mirarlos en solitario.

Pensaba en mi tesitura, vigente aún a mis cincuenta años; en mi guitarra que me acompaña noche a noche mientras laboro o frente al nuevo micrófono en mi habitación haciendo algunas grabaciones para "acercarme" sólo un poco a ellos, a todos ellos, a través de las redes sociales o el escaparate que resulta ser YouTube mientras, en el auto y en cada trayecto, la soledad me abarca con sus amplios brazos hasta abrazarme e intentar el no dejarme ir o soltarme.

Supongo que terminaré así el resto de mis días aún a esta edad donde, pareciera, que sólo es la mitad de ella y donde, se supone, aún el amor es vigente y la gana de vivir prevalece... incluso cuando el viajar recompensa el alma, madura el sentimiento y añora aquellos días cuando se solía tener, al menos, la compañía de una mujer.

Observo a los jóvenes meterse en "apuros sentimentales" e ignorar a "nosotros los viejos" que poseemos ya la experiencia bajo la premisa del que "nadie experimenta en cabeza ajena" y, ello, me desarma a hablar, a sugerir, a opinar... Observo a otros con mayor edad que la mía que no terminan por aceptar, por perdonar, por atinar a ver que ya su vida es otra, que culminarán en soledad incluso a pesar de mantener su postura no apta para culminar sus días.

En lo personal, agradezco a todos aquellos que se han acercado a mí para dejarme entendido que sin ellos o a pesar de ellos mis días seguirán hasta el fin, y que me han hecho apreciar la propia inversa. Alguna vez dije a mi compañera de vida que le agradecía el haberme dado la fortaleza necesaria para seguir mi vida aún sin ella... sólo espero que ella también esté en la misma situación.


Aprecio en demasía la soledad. En ella he encontrado mucha creatividad, menos recelo, mayor entendimiento de las cosas, las situaciones o las vivencias. Me he desvelado decenas de días intentando desgranar otras cosas o sumergido en lo musical... he llorado, añorado, recapacitado y he observado cómo será que concluyan mis días...

Y, sé, que será acompañado de ella... de la soledad misma.