lunes, 24 de febrero de 2014

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Fuera del laberinto las notas, los recuerdos, los sueños y alguna que otra quimera tenue que ronda el día a día. En lo trivial, el trabajo, la llamada no contestada, los rostros similares que dan forma a mi estar; las fotografías, los lamentos, el silencio en sí y la preocupación constante del qué será.

Fuera del dédalo pocas sorpresas, el café matinal, cierto insomnio y (por fortuna) la escasez de dolor, alguna lágrima que fue removida desde cierto filme, una voz que me remonta al pasado, mis pies cansados... El estómago "apretado", el sonar del agua en la regadera, la oscuridad de la noche que sigue en complicidad con lo indecible.

Fuera del laberinto lo que fue, lo que no pudo ser, lo que sigue incierto, lo ya dicho con antelación, el recorrido constante del acorde entre mis dedos, este continuo mirar a través del cristal o los posteos ajenos que me siguen recordando vivo.

Dentro del dédalo lo usual, lo incierto, el camino cerrado, la apatía, el poco desenfreno y la limitación luchando constantemente, la sonrisa, el silencio ensordecedor, la canción sofocada, el triste sentimiento, el enojo parcial, la desesperación inquietante o la duda aparente.

Dentro del laberinto el sueño repetitivo, la llamada no consumada, el recuerdo trunco, la foto inexistente, la nieve, el lago, el viento húmedo y fuerte, arrebatado... El comentario, la duda, el significado irreal de la vida, la misma melodía que fue dejada en otro país y nuevamente lo incierto... como queriendo cerrar un círculo.


Dentro o fuera del laberinto sigo, continúas; estoy, estás; permanezco, sigues perenne; lloro, sientes, vivo... vives?

martes, 18 de febrero de 2014

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Fuera del dédalo pareciera que otros asuntos no pudieran tener tanta relevancia como los propios cuando, en realidad, todos sabemos que muchos de ellos son los que dan un tanto de forma a lo nuestro, a lo personal, a lo que nos mueve día a día.

Hace unos días, el fallecimiento de "Santi" y hoy, Marwan, el niño de cuatro años de edad que cruzó el desierto hacia Jordania huyendo del pavor de la guerra en Siria, prueba de lo que el instinto de supervivencia es capaz de hacer actuar en nosotros cuando p0areciera que todo está perdido.

Esa lucha constante y veráz de los demás, vuelvo a confesar, en muchas ocasiones mueve cerros y montañas en algunos más que, creen, tienen la fe perdida y suponen que no existe solución alguna para los males que (ya lo dije en más de una ocasión) parecen enormes cuando no son ni siquiera un grano de arena si los pudieramos unir y comparar con la vastedad del todo.

No querramos encontrar milagros donde no los hay, no hagamos infiernos en el cielo o convirtamos el cielo en infierno pues, de cierto creo, cada cosa tiene su lugar en el espacio y el propio espacio anida a dicho todo sin que pueda resultar de catastrófica consecuencia frente a nada... así nos topemos con tsunamis, terremotos, huracanes, tifones o desde el espacio caigan meteoros que destruyan parte de nuestro planetita azul.

Es pues por ende triste lo triste, bizarro lo valiente, bermejo lo rojo, ámbar lo amarillo, senil lo longevo u oscuro lo negro... y no creo que haya nada que pueda impedirlo.
Vaya, tendremos que acostumbrarnos a notar y a asimilar cada noticia que recibamos con la frialdad y la razón suficiente para no caer en la ridiculez, para no sembrar ningún pánico general o para poder seguir decidiendo sobre nosotros tomando el ejemplo mundano y de vida de los demás.


...así tengamos qué adentrarnos más en el laberinto o apartarnos más de él.

miércoles, 12 de febrero de 2014

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Búscame donde sientas que está ardiendo,
donde se eternizan los recuerdos,
donde no me encuentres, donde estuve,
donde se olvidaron de quererte;

Si todo el amor del mundo está tiritando.
Si cada segundo cuesta un siglo de espera,
dime si lo que sientes no es lo profundo,
en cada momento del alma de esta escalera

Búscame donde la ilusión tuvo hijos,
sobrevolando un sueño que acuna el tiempo,
en la más melancólica melodía
incinerando infiernos para tu vida.



In memoriam: Santiago Feliú.
-Vicente Santiago Feliú Sierra-
(29 marzo 1962 - 12 febrero 2014)

viernes, 7 de febrero de 2014

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Para ella aún no existe momento del día en que no siga imaginando o maquinando alguna otra treta de vida que le satisfaga, que le divierta o que le haga viajar en el tiempo más tarde que temprano a lo usual, a lo que sus días realmente dictan o a lo que las horas demandan.

Aún persisten las dudas de todos los temas, el por qué de ese reincidir en los actos, en la rutina, en el propio guardarropa o incluso en sus amistades que no suman muchas.
Para ella no existe aún el paso de los años o de las horas; no suele depender del reloj bajo ninguna circunstancia y sólo observa cómo llega la noche e inicia el día con el sol más cercano al cenit en cualquier temporada del año.

Ella, suele estar cerca de mí y platicarme bajito, alimenta mis oídos cada tarde con sus risas y sus ocurrencias la hacen acreedora al ser tomada más en cuenta debido a su edad. Si se trata de colaborar lo hace sólo bajo sus lineamientos y soporta poco lo que otros sugieran.
Suele también estar cerca de mí para, cual gato, acariciarse conmigo o intentar recibir caricias sin más que sólo el hecho de merecerlas.

No ha sido la única que me ha hecho el día luego del trajín, del viaje, del trabajo cansado, la cita mal consumada o el recorrido tedioso citadino. El caparazón invisible que porta en ocasiones tiende a ser tan vulnerable o débil que lo refleja en sus ojos a través de lágrimas que, sigilosas y discretas, hace asomar para demostrar su insatisfacción o impotencia ante adversidades o pequeñeces que engrandece.

Las sorpresas que me otorga con el día a día escolar son más que sorpresas, los regaños que desde ella emanan hacen sonreír al más aburrido de la familia y, con eso y muchos otros hermosos detalles, nos desarma más que por su inteligencia o habilidad de discernir.


Cuánto más tendrá nuestra hija Lía Noemí para nosotros a sabiendas que apenas posee cinco años y ya "manipula" el temperamento de al menos uno en este hogar?
Será su naturaleza femenina o sencillamente Dios pensó en alguien sumamente especial y diferente para acompañarnos en este recorrido por la vida mundana...?

Supongo que esto apenas inicia...

domingo, 2 de febrero de 2014

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No tengo ni la menor idea de lo que habita realmente en el espacio luego de haber observado las imágenes de aquel enorme objeto "tragando" plasma solar ocurrido allá por el año 2012 (año sabático para el amor en mi seno y que me trajo duras pruebas, nuevos bríos y reflexiones) y mientras tanto, aquí, la vida debe continuar de la forma arcaica que conocemos.

Y me refiero, en una observación más minuciosa, a lo individual, a lo familiar, a lo social y al pésimo desempeño o aprovechamiento que damos a todo lo tangible en nuestro planeta.
Ciertamente aquel objeto espacial me dejó sin palabras pues, reitero, no puedo imaginar lo que realmente habita en nuestro cósmico derredor y, si comparo con todo lo que tengo aquí, no puedo de ninguna forma colocar comparativas ante nada más que no haya pasado por mi experiencia y/o probablemente en mi imaginación.

Esto me deriva a pensar de nueva cuenta en la muerte como tal y en el arte intangible y hermoso que desempeño siendo músico y que, en algunas ocasiones, suelen ir de la mano cuando me es requerido para cierto evento con fines memoriales.
Mas, esta ocasión, fui contratado para "despedir" a una persona y hacerle pasar un rato agradable en compañía de sus amistades y familiares en un evento que se convirtió en un extraño "velorio anticipado" a pesar de algunos cantar afanosos para la invitada de honor quien padece cáncer (al parecer terminal).

De manera obvia no hubo baile o feliz festejo; sólo fue una reunión que me resultó por demás inusual pero que me puso a reflexionar acerca del acomodo que los humanos le otorgamos a la música en todo momento en nuestras vidas y de la que nos apoyamos cada que pretendemos decir algo que va más allá de la emoción y que no podemos (o no queremos) sólo describir con las palabras.

Vaya pues mi admiración una vez más a este arte intangible que es tan valioso en nuestro existir, a aquellas personas al darme trabajo en estos días de difícil situación económica y a su valor al no permitirse el llanto frente a "Vera" (por la cual se hizo la reunión) al hacerla pasar un buen rato bohemio que ella misma damandaba desde hace unas semanas según me informó la dueña de la casa.


Gracias a la familia Magaña, en particular a la señora Pina y al buen Carlos que tuvieron a bien organizar este recordatorio amoroso hacia Vera y que, de paso, volvieron a mí el gusto por este arte que desempeño, al valor que desde la música se desprende y que nos convierte en "prisioneros sentimentales" cuando nos aferramos a sus notas para expresar más que palabras...

Yo no sé lo que habite en el espacio... pero, con lo poco que conozco y sé que habita este planeta, prefiero refugiarme en la música y en sus emociones pues, a fin de cuentas, serán nada ante la devastación que otros seres pudieran causar a nuestro orbe y humanidad con sólo ellos chasquir un dedo.