lunes, 24 de febrero de 2014

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Fuera del laberinto las notas, los recuerdos, los sueños y alguna que otra quimera tenue que ronda el día a día. En lo trivial, el trabajo, la llamada no contestada, los rostros similares que dan forma a mi estar; las fotografías, los lamentos, el silencio en sí y la preocupación constante del qué será.

Fuera del dédalo pocas sorpresas, el café matinal, cierto insomnio y (por fortuna) la escasez de dolor, alguna lágrima que fue removida desde cierto filme, una voz que me remonta al pasado, mis pies cansados... El estómago "apretado", el sonar del agua en la regadera, la oscuridad de la noche que sigue en complicidad con lo indecible.

Fuera del laberinto lo que fue, lo que no pudo ser, lo que sigue incierto, lo ya dicho con antelación, el recorrido constante del acorde entre mis dedos, este continuo mirar a través del cristal o los posteos ajenos que me siguen recordando vivo.

Dentro del dédalo lo usual, lo incierto, el camino cerrado, la apatía, el poco desenfreno y la limitación luchando constantemente, la sonrisa, el silencio ensordecedor, la canción sofocada, el triste sentimiento, el enojo parcial, la desesperación inquietante o la duda aparente.

Dentro del laberinto el sueño repetitivo, la llamada no consumada, el recuerdo trunco, la foto inexistente, la nieve, el lago, el viento húmedo y fuerte, arrebatado... El comentario, la duda, el significado irreal de la vida, la misma melodía que fue dejada en otro país y nuevamente lo incierto... como queriendo cerrar un círculo.


Dentro o fuera del laberinto sigo, continúas; estoy, estás; permanezco, sigues perenne; lloro, sientes, vivo... vives?

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