martes, 18 de febrero de 2014

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Fuera del dédalo pareciera que otros asuntos no pudieran tener tanta relevancia como los propios cuando, en realidad, todos sabemos que muchos de ellos son los que dan un tanto de forma a lo nuestro, a lo personal, a lo que nos mueve día a día.

Hace unos días, el fallecimiento de "Santi" y hoy, Marwan, el niño de cuatro años de edad que cruzó el desierto hacia Jordania huyendo del pavor de la guerra en Siria, prueba de lo que el instinto de supervivencia es capaz de hacer actuar en nosotros cuando p0areciera que todo está perdido.

Esa lucha constante y veráz de los demás, vuelvo a confesar, en muchas ocasiones mueve cerros y montañas en algunos más que, creen, tienen la fe perdida y suponen que no existe solución alguna para los males que (ya lo dije en más de una ocasión) parecen enormes cuando no son ni siquiera un grano de arena si los pudieramos unir y comparar con la vastedad del todo.

No querramos encontrar milagros donde no los hay, no hagamos infiernos en el cielo o convirtamos el cielo en infierno pues, de cierto creo, cada cosa tiene su lugar en el espacio y el propio espacio anida a dicho todo sin que pueda resultar de catastrófica consecuencia frente a nada... así nos topemos con tsunamis, terremotos, huracanes, tifones o desde el espacio caigan meteoros que destruyan parte de nuestro planetita azul.

Es pues por ende triste lo triste, bizarro lo valiente, bermejo lo rojo, ámbar lo amarillo, senil lo longevo u oscuro lo negro... y no creo que haya nada que pueda impedirlo.
Vaya, tendremos que acostumbrarnos a notar y a asimilar cada noticia que recibamos con la frialdad y la razón suficiente para no caer en la ridiculez, para no sembrar ningún pánico general o para poder seguir decidiendo sobre nosotros tomando el ejemplo mundano y de vida de los demás.


...así tengamos qué adentrarnos más en el laberinto o apartarnos más de él.

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