martes, 20 de junio de 2023

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Para esta fecha en que lees ya habré librado o digerido gran parte de la vorágine de emociones que en inicio de este junio se sucedieron en mí.

"Ataques" de parte de Morfeo hacia mi integridad física, hacia mi remembranza y amor o hacia aquello que aún no he superado por no haber "hablado en su momento" con cada implicado.
En este ámbito, recuerdo a aquellas quienes pudieron exteriorizar en su ocasión y hacia mí gran parte de lo que les aquejó y dejar en claro cada sentimiento "sobre la mesa" para, así, aligerar su paso y marcha por la vida.

Recuerdo a mi hijo arrojando sentencias altisonantes a mi rostro mientras lloraba e intentaba comprender mi postura (que quizá para él resultaba absurda) referente a mi papel y actuar en mi relación... supongo que, en aquella ocasión, al menos pudo desechar y quizá procesar gran parte de lo que le aquejaba y, al ponerlo "sobre la mesa", se liberaba al mismo tiempo de ese lastre.

Aquel quien, aprovechando un enorme destello mío de sinceridad, lo restregara en el piso, me humillara y me llamara mentiroso e hipócrita... supongo que gran parte de su propia frustración la descargó en ese mismo momento "para su bien" mas "sus cartas terminarían por caer de la mesa" luego de unos años cuando recapacitó en lo enorme de su error y suplicara perdón... lastre de aquí... lastre de allá.

Aquella quien, desde una mesa en plena presentación musical mía, dirigía una mirada crucial para mí a manera de reclamo, de lucha interna, de revalorar lo que se tuvo o qué sé yo...  supongo que, al menos con ello, pudo en cierta manera hacerme entender que algunas cosas quedaron por decir y que ya no habría manera de replantear o recapitular en un futuro.

Aquella quien, desde la comodidad de su casa y apoyada en dos o tres copas de alcohol, arrojó sin piedad lo que fingió y predijo de nuestro pasado y para nuestro futuro "sin yo percatarme de ello"; trocando toda la charla en un suplicio colmado de injusticia y falsedades...  Sostengo que, al menos esta última, sí "arrojó todas sus cartas" frente a mí con el más ferviente deseo de olvidarme y quitarse la lápida que desde su espalda arrojó por su boca.
Lápida que, luego de tenerla yo por unos días, terminé por dejarla recargada en un poste en alguna calle.

Luego, yo mismo haciendo las veces de juez y parte hacia mí, hacia lo logrado, hacia lo omitido, hacia lo callado...  El recuento de las situaciones, las pausas obligadas que interfirieron y crearon ausencias, las lágrimas silentes de alguna mañana o coche que sólo yo digerí y sequé desde mis mejillas sin haber testigo alguno... incluso, sin mi guitarra.


Trozos de "culpa" que se siguen cayendo a pedazos o que se mantienen un tanto latentes en mí y, todo, por no poner "las cartas sobre la mesa", por creer que ya estaba "digerido" o simplemente por la enorme proporción del daño causado...

Muchas veces he llegado a creer que el perdón no existe en los humanos.