domingo, 17 de septiembre de 2023

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Fue en Los Cabos (B.C.S.) a fines del siglo pasado donde forjé gran parte de mi vida tanto sentimental como musical.
Quienes me conocieron en dicho sitio lo podrían constatar sin dudar.
Ahí, con sus altibajos mayúsculos referente al clima es que desarrollé al extremo mi corazón y desde donde me jacto de haber vivido lo más intenso de todo mi existir siendo joven.

Hoy acuden a mis recuerdos sus calles, su carretera transpeninsular, su gente, aquellos rincones que "prometían" ser atractivos cuando ni siquiera los nativos podrían llegar a asegurar tener.
Y cómo no recordar lo denso de su aire en verano estando tan a pie de mar, cada andar callejero a altas horas de la noche en busca de la distracción (sobre todo musical) o aquellas caminatas descalzo sobre la arena cálida en invierno aún a dichas horas... Ese rumor nocturno, los puestos callejeros, el aroma a humedad.

Cómo olvidar los pocos, muy pocos lugares donde se podía encontrar estancia acorde al gusto...
Uno de ellos y que ofrecía música en vivo era nada menos que "Amigos Pizza" (en San José del Cabo)  propiedad del señor Ángel Mares donde se presentaba el maravilloso "Cuya Pique" (originario de la ciudad de México) y que casi cada semana, en su descanso, me ofrecía su escenario para hacer de la trova el momento... y yo, con mi bandera de Silvio Rodríguez, hice de aquellas noches algo diferente para todos quienes ahí se encontraban.

No podría asegurarlo, pero quizá era entonces el único sitio donde se podía escuchar un género diferente a cuanto se dejaba sonar en cada lobby hotelero de toda la gama que ahí se ofrecía o en los distintos bares y antros de la zona.

Los años pasan y algunas personas apuestan a lo diferente en aquellos lares como lo es hoy "Bardo, mezcal, fuego y canciones" y que sugiere tanta diversidad musical y de calidad que me haya provocado el frenetismo total si hubiera existido cuando viví allá...
La vida me juega actualmente así y añoro todo tiempo aquel y este mismo presente sin poder estar allá para vivirlo y revivirlo, catarlo y gozarlo... perderme entre acordes, canto y sudor.


Quiero aclarar aquí que no "se me pagó" para hacer este reconocimiento a tal lugar... es sólo que mi nostalgia por sitios así hoy me invadió pues, aquí en la "rancheril" Guadalajara, hoy día no existe un sólo lugar dedicado a esa diversidad musical que "Bardo" ofrece y que, a mi juicio, debería ser "vergonzoso" para esta metrópoli.

Quizá "Flor de Toloache"... quizá.


Con afecto a Jaime Martínez y familia.