miércoles, 26 de agosto de 2015

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Nunca me había sentido tan fuera del dédalo como en estos días...
Tan vacío, tan escaso de oportunidades, tan a deshora, reclamando al tiempo la parte proporcional que me daría ciertas respuestas que aún no termino de divisar entre los minutos.

Los sueños han servido para recordarme sobre otros aconteceres que me han llevado al punto de perder por algunas horas la cordura y terminar al amanecer con más dudas aún y con la certeza de que requiero de muchas más noches y menos estrés para vida de descansar.

La lentitud de los momentos mellan en mi canto, en mi búsqueda por algo que de pronto parece sin algo nuevo qué descubrir y lo ya descubierto sólo se ensaña más para recordarme que no existirá algo nuevo tras el entorno.

Las palabras no terminan de cobrar sentido aparente y se ocultan entre imágenes, entre otras voces o en el silencio mismo dando pie a un diálogo sin mesura, sin vestigio, sin consuelo y sin dicha... sí, a pesar de tanta y tanta frase que se mira sencillamente absurda entre las babosadas que publican todos en las redes sociales y que ni ellos terminan por entender o por poner en práctica.

Basta una sola luna para sentir la presión a mi derredor, para temblar un tanto ante la situación y para volver a entender que no habrá más tregua para la ya adquirida... tregua sobre tregua? Color descolorido? Sonidos atonales? Sabor con sinsabor? ...supongo que todo habita en el todo.


Nunca me había sentido tan fuera del dédalo como en estos días...
Tan vacío, tan escaso de oportunidades, tan a deshora, tan falto de perspectiva o movimiento ...y donde, en apariencia, el entrar a un nuevo laberinto se mira ineludible.

sábado, 15 de agosto de 2015

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Ciertamente en un par de segundos la vida te puede dar la vuelta.
En esa cantidad relativa de tiempo se puede sentir lo más preciado, lo más hermoso del ser... y perderlo todo en dicha fracción a la vez.

Nadie nos dijo ni nos dice cómo es que deberíamos vivir, cómo es que deberíamos lidiar con todo esto; no es sino sólo nosotros mismos quienes, a base de "estirones" llevamos el barco a cuestas a pesar del todo sin entender de pronto que no existirá respuesta o recompensa alguna cuando ya no estemos aquí.

No quiero parecer mi escrito un tanto pesimista.

Nadie nos pregunta y cuestiona, nadie se desvive por nosotros mismos, a nadie le importamos tanto como dice... a fin de cuentas cada quien debe "rascarse con sus uñas" y, a pesar del desangro, el continuar es sin duda el único camino que queda en este dédalo o en cualquier otro donde estemos inmersos.

Se dice que es necesario (por lo general) tocar fondo para poder salir o descubrir que se puede, que no resulta imposible y, algunas veces, muchas personas quedan con su intento truncado, sin un aparente objetivo nuevo a trazar o sencillamente vuelven a "lo mismo".

Todas y cada una de las frases colmadas de positivismo y "pa' 'lante" que anegan las redes sociales no son sino una verdadera estupidez cuando quien padece las observa y les resta su importancia... y ni siquiera Dios es capaz de refugiarse en nocotros para vida de mitigar o aplacar la vorágine de acontecimientos que seguimos viviendo mientras padecemos.
No hay pues, palabra alguna que mitigue o que arregle el andar y/o devenir.

Siempre se habla que es el tiempo mismo quien se encargará del todo; que el poner de nuestra parte un poco será suficiente para que, lo demás, haga el resto por añadidura o por ende... mas, resulta tan doloroso observar que hacemos caso omiso del todo a pesar de dichas frases o del tiempo aún con Dios presente frente a nuestros sentidos y entender.
En "el extremo" de las cosas, todos terminamos por alejarnos de aquel dolido o necesitado para dejarle a solas con sus problemas y "resolver" los nuestros. Vaya contradicción!


No es sino hasta hoy en que intento retomar lo perdido u olvidado, en que me aferro de la paciencia y del tiempo, en que recapacito, sopeso, valoro y revaloro lo antes apreciado y que hasta hace unos meses se encontraba inerte o en profundo letargo. Los sueños permanecen pero aquel valor y preciación que solía poseer de mí sigue ausente.

Tendré qué esperar a que lleguen las sorpresas, a que mi derredor se conduela y a que cambie para bien mi propio entorno y así rescatar lo poco o mucho que aún exista en mi interior.
Hoy más que nunca lo necesito... aún sin la "presencia aparente" de Dios.

martes, 4 de agosto de 2015

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Estar aquí (aún fuera del dédalo), significa regresar a mis raíces pero sin "tenerlas"; es volver a donde tú y yo iniciamos el camino, pero ahora sin ti. Significa volar una vez más con los recuerdos sin siquiera tenerlos... contradictoriamente extraño.

Afuera, los autos van y vienen con mucha más frecuencia que antes; el ruido que dejan tras su paso resulta muchas de las horas tan incómodo que "sigo extrañando aquella tranquilidad de mi habitación". Ahora, uno pasa... solitario, se deja oír.

Me pregunto qué hará esa alma despierta a tan altas horas de la noche y la respuesta jamás llega.
He intentado en mi divagar el ponerme incluso al volante de aquel auto y catar así el sentimiento que el chofer lleva... su prisa, su música en el trayecto y, desde ese punto, aclarar mucho de lo que mi inquietud demanda.

Mas, cuando es un auto silente el que pasa, es justo ahí que no entiendo ni quiero entender su proceder o su destino... mi imaginación termina perdida y el entorno no cobra sentido alguno para aquel que se dezplaza.
Ese sentir se ha mostrado para mí estando en carretera.

Yo mismo me he visto desde el exterior de mi propio auto cercano al amanecer con el cansancio en los ojos, la cordura ebria, el amor a flor de piel, la sonrisa apagada solamente por el sueño y el motor del vehículo... y ni siquiera yo mismo descifro lo que se mueve, el que se traslada o el destino a concluír. Todo se vuelve abstracto. Nada cobra sentido y el tiempo inexorable se encarga de traer la luz del nuevo día y se disipa cuanto pudiera soñar aún detrás del volante.

Entonces todo se vuelve un verdadero disfrute; el alba acaricia mi mirada con sus tenues e incipientes rayos, la obscuridad pasa a ese segundo plano e indica el final de algo que llamamos noche y que siempre ha sido cómplice de lo indecible... cierro por un par de segundos mis ojos y, al abrirlos, una clara muestra de satisfacción y vida ilumina mi rostro... entonces quisiera volar hasta el lecho y respirar profundo los olores del hogar. Sentirme amado y parte del todo.


Aquí... sólo escucho a un auto y a otro pasar y, casi sostengo, ninguno de esos choferes podrá sentir lo que yo, amar como yo, descifrar un amanecer como yo...
Cada uno de ellos tendrá su manera... (y no creo que quiera imaginar más la mía que la de aquel).