martes, 4 de agosto de 2015

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Estar aquí (aún fuera del dédalo), significa regresar a mis raíces pero sin "tenerlas"; es volver a donde tú y yo iniciamos el camino, pero ahora sin ti. Significa volar una vez más con los recuerdos sin siquiera tenerlos... contradictoriamente extraño.

Afuera, los autos van y vienen con mucha más frecuencia que antes; el ruido que dejan tras su paso resulta muchas de las horas tan incómodo que "sigo extrañando aquella tranquilidad de mi habitación". Ahora, uno pasa... solitario, se deja oír.

Me pregunto qué hará esa alma despierta a tan altas horas de la noche y la respuesta jamás llega.
He intentado en mi divagar el ponerme incluso al volante de aquel auto y catar así el sentimiento que el chofer lleva... su prisa, su música en el trayecto y, desde ese punto, aclarar mucho de lo que mi inquietud demanda.

Mas, cuando es un auto silente el que pasa, es justo ahí que no entiendo ni quiero entender su proceder o su destino... mi imaginación termina perdida y el entorno no cobra sentido alguno para aquel que se dezplaza.
Ese sentir se ha mostrado para mí estando en carretera.

Yo mismo me he visto desde el exterior de mi propio auto cercano al amanecer con el cansancio en los ojos, la cordura ebria, el amor a flor de piel, la sonrisa apagada solamente por el sueño y el motor del vehículo... y ni siquiera yo mismo descifro lo que se mueve, el que se traslada o el destino a concluír. Todo se vuelve abstracto. Nada cobra sentido y el tiempo inexorable se encarga de traer la luz del nuevo día y se disipa cuanto pudiera soñar aún detrás del volante.

Entonces todo se vuelve un verdadero disfrute; el alba acaricia mi mirada con sus tenues e incipientes rayos, la obscuridad pasa a ese segundo plano e indica el final de algo que llamamos noche y que siempre ha sido cómplice de lo indecible... cierro por un par de segundos mis ojos y, al abrirlos, una clara muestra de satisfacción y vida ilumina mi rostro... entonces quisiera volar hasta el lecho y respirar profundo los olores del hogar. Sentirme amado y parte del todo.


Aquí... sólo escucho a un auto y a otro pasar y, casi sostengo, ninguno de esos choferes podrá sentir lo que yo, amar como yo, descifrar un amanecer como yo...
Cada uno de ellos tendrá su manera... (y no creo que quiera imaginar más la mía que la de aquel).

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