sábado, 5 de septiembre de 2020

 .

Supongo que ya me has dado la mayor de las enseñanzas, el mejor de los ejemplos y, de manera irremediable, se ha reflejado esto en mis sueños pues, esta madrugada, llegó hasta mí una más de tus respuestas.
Una más de tus cátedras.

Mas, quizá no se trataba de que fuera así... no pude dormir más después de ese encuentro contigo en el mundo de Morfeo. Mi cabeza revolucionó un tanto y, comprendí, nuestra postura, nuestra situación, nuestro balance emocional, nuestro devenir ya anunciado.

Y fue hermoso poder verte luchando con alguien más sexualmente, padeciendo lo mismo que conmigo y, susurrándome al oído para que no escuchara nadie más, el motivo de tus acciones, la causa primordial, el efecto de nuestra lucha frustrada... el inminente receso y la necesidad carnal plasmada en todo el derredor o rincón corporal.

Comprendí. Ese es el resumen.
No puedo objetar más nada y, lo maravilloso, es la experiencia que este sueño me deja ante lo nuestro, ante lo que fue, ante la necesidad, ante la libertad de poder "hacer y deshacer"... ante y por encima de cada comentario dicho aún por nosotros mismos.
Promesas rotas, cabezas agachadas, meneos mismos... en fin.


Supongo que ya me has dado la mayor de las enseñanzas, el mejor de los ejemplos... pero, qué necesidad había de que fuera acompañado de Morfeo?
Qué necesidad de que fuera con alguien superior a mí?
Qué necesidad de que fuera "entre semana"?
Qué grato poder recibirlo así, desde ti.

Indiscutiblemente sufrí... pero comprendí y, eso, no tiene precio.
Supongo que fue mi amor por ti (que aún conservo), supongo que fue el designio de libertad... no sé lo que haya sido.
El punto es que, si bien sufrí, aprendí una vez más en tu nombre.

Gracias mil.