lunes, 26 de noviembre de 2012

.

Analizando la belleza de tenerte a mi lado identifico algunos factores que Dios quiso poner en mi haber para que lo nuestro fuera posible... a la par de ello, supongo que "debería" ser también en tu caso, mas no puedo hablar por ti y decir con esto que ha sido una bendición el estar juntos.

Aquellas ceremonias que semana a semana se gestan con motivo de una unión moral ante los primeros dignatarios de la iglesia (católica, cristiana, lutherana, mormona y demás) nos dan esa oportunidad de recapacitar y, aunque yo no "formo parte de cierto gremio", ese peso se siente con cada día que transcurre (y digo "peso" en cierta manera pues, realmente, es enormemente grato el poder estar así en comunión contigo cada hora, cada semana, cada año).

Dichas ceremonias me han orillado a contemplar el que, tu alma, se encuentra en este tiempo a mi lado, compartiendo, aprendiendo de cada sentimiento que encierra la vida, creciendo en conocimiento y optando por un mejor porvenir mutuo y no pude con esto sino ir más allá en el tiempo, en un futuro que quizá jamás conoceré nuevamente el día que ya no estés conmigo y que, para entonces, formes parte esencial de otro ser, de otro cuerpo y, con ello, puedas hacer feliz a alguien más que no sea yo.

No, no quiero que esto se lea a manera de egoísmo pues es sólo el recapacitar de las cosas, el entender que el designio divino jamás estará en mis manos o en las tuyas, e incluso yo podré quizá reencarnar en un cuerpo diferente a este, con más solvencia y oportunidades a mi derredor o en el sufrimiento extremo de una guerra, de una discapacidad, en soledad o en el peor de los escenarios y, aún así, poder expresar amor en la propia manera que esta vida (y cada vida pasada) me ha enseñado para poder demostrarlo.

Ojalá que este mar de sueños nos orille a querer seguir siendo mejores tanto el uno para el otro como para con los demás, hacia nuestros hijos, hacia esta humanidad que sigue en decremento y que muchas ocasiones nos provoca el "encierro" del sentimiento, el reservar nuestro amor sólo para nuestro seno o el crear un propio mundo donde sólo habitamos individualmente.

Ya sabrán ellos, los nuncios y presbíteros con el paso de los años, si sus palabras tuvieron el peso y la garra para dejar marca en la moral personal de cada uno a quienes desposaron y no terminaron por olvidarse de aquellos votos, de aquellos juramentos públicos que sólo ellos supieron por qué los dijeron...


Y, será nuestra labor, de nueva cuenta el demostrar al mundo que es posible tener una relación más que sólida y duradera aún sin dichos votos y/o juramento frente a un altar. Que este tiempo es nuestro tiempo, que hoy tu alma está aquí y la mía contigo, que este coincidir en el reloj universal es más que sagrado con el simple hecho de existir así... que la palabra 'amor' ha sido verbo en nosotros...
A pesar de todo lo negativo que hemos vivido el uno del otro.

lunes, 19 de noviembre de 2012

.

A dónde huyes con tu alma cuando estás en soledad? Qué sitios visitas donde en definitiva no puedo estar contigo...?
Si crees acaso que ese sitio podrá ser tuyo y sólo tuyo en ese estado, recuerda que es justo desde ahí donde provengo.

A dónde te escondes mientras intentas conectarte con tu pasado? Qué sitios visitas donde en definitiva jamás pude haber estado contigo?
Si crees acaso que ese pasado es tuyo y sólo tuyo, recuerda que también estuvo cercano a ti el mío y es justo desde ambos provenimos.

A dónde es que crees poder esconderte mientras la soledad y tu pasado te encadenan al estado de ánimo y mental "provocado", al pasado y soledad de aquel y el de esos otros que nunca lo supieron...?



Si crees acaso que esa soledad y pasado son sólo tuyos, el mismo pasado y soledad te harán ver que siempre hemos estado ahí, contigo, interconectados de alguna manera, a distancia o muy cercanos...

Sólo es cuestión de querer conectar tu alma a la nuestra, tu pasado al nuestro y tu soledad a la de todos quienes te hemos soñado o imaginado en ese "estado mental provocado".

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Desde fuera...


.

...y por un momento estuve frente a ti sabiéndote mi esposa, mi compañera de vida, con otra actividad, en otra búsqueda, sin este empleo que me caracteriza pero con todo el potencial que poseo como para hacerlo y hacerte feliz.

Y digo “hacerte feliz” porque fue el primer deseo que tuve al verte y saber que no eras la mujer con la que siempre he estado (sin ningún agravio a mi esposa a quien tanto amo) pues, a pesar de todo, desee enormemente en ese instante saber qué era de ella, en qué otros brazos estaba, cuántos hijos tenía, si vivía en aquella casa de fachada verde y yo sencillamente me encontraba en otro cuerpo observando desde una nueva perspectiva el laberinto… tu laberinto.

Recorría tu cuerpo bajo la camiseta que te dejaste no sin antes haberte insinuado quién era en ti y de lo que te haría sexualmente al salir de aquella casa a donde habíamos ido a una reunión… aunque, de manera extraña, el dueño de la finca y quien aparentemente era nuestro anfitrión, te fotografiara en esas condiciones y te mirara con cierta mirada sencilla y a la vez lasciva, con ganas de poseerte y hacer las veces de Morfeo en tu cama. Su rostro me fue muy familiar.

Recuerdo que hacíamos algo en la azotea de aquella finca. No entendí nunca el que, al subir una y otra vez ahí contigo, tuvieras qué terminar en completa desnudez e intentando “quitar” algún rastro de tu pierna pues utilizaste un estropajo y un poco de jabón para removerlo; todo esto ante mi mirada tranquila que ya te festejaba sexualmente en mi recuerdo. Muy en el fondo, mis deseos eran otros.

La noche caía ya y un vigilante en la calle nos hizo varias observaciones previas a nuestra partida intentando cuidarnos de la zona y de las personas que por ahí rondaban… mas eso no nos importó nunca y proseguimos en nuestro redescubrir del momento, de las miradas, las sonrisas, de lo ya consumado y de lo que estaría por acontecer entre nosotros. Toda esa actividad mundana en la que se sumerge una pareja.

Las preguntas que te hacía eran claras y a la vez muy extrañas para ti al percatarte de que había olvidado todos nuestros años juntos y “necesitaba recordar o readaptarme” a mi nueva vida (la cual, de manera obvia, seguía siendo la misma). Tú terminabas cada pregunta mía con una hermosa sonrisa.
Me hablabas con tanta naturalidad de nuestros hijos que, si bien nunca me dijiste los nombres, yo sabía que no eran los que hoy tengo (y quise saber de ellos… con quien vivían, quién entonces era su padre y si él contaba con ese auto rojo pues, yo, tenía uno blanco)

Y las dudas y contradicciones acudían a mí, y deseé continuar así por el resto de mi vida, contigo, con quien nunca supe tu nombre (y es que no te lo pregunté), viviendo de momento en casa de tu madre, pernoctando contigo, intentando entender cada detalle que vivía y sabiendo o sosteniendo que, de no ser un sueño, podría hacerte enteramente feliz toda tu vida…

Fue entonces que desperté… y lloré. Me supe amando a quien amo, en el mundo que tengo por mundo, con mi música como empleo, con estos cuatro hijos y mi esposa a mi lado en cama profundamente dormida.

domingo, 4 de noviembre de 2012

.

En ocasiones debería mejor conservar el silencio, permanecer callado y dejar que las cosas resulten más desde aquellos quienes las gestan y no las que yo preferiría adoptar o rehacer.

En otras ocasiones debería mejor conservar la calma ante el vicio, ante la desgana, ante esa postura absurda de tantas personas que sólo me orillan a fruncir el seño y a reconectarme con mi sentencia más desdeñante y que suele apoyarse muchas otras veces del silencio.

En esas ocasiones en que vuelvo a saber de ti y no me encuentro en una trinchera nueva, casi sostengo que debería mejor no salir de esta donde estoy profundamente inmerso por temor a que sea bombardeado por la vida, por las sentencias del desamor o por aquellos recuerdos que me harían saltar y recibir mucho más que una total soledad.

Y es justo en esta ocasión en que debería no prometer, no decir nada que pudieran luego echarme en cara, no bajar la guardia y dedicar una noche al canto del alma, al amor filial, al llamado del frío fuera de mi habitación y terminar por recordar que estás tú conmigo y no tendremos temor a dicho clima en las afueras.


En ocasiones, cuando hago una pausa en el camino, vuelvo a observar detenidamente lo que acontece, lo que se deriva, lo que se desata y lo que permanece liado... Me estremece un tanto lo que sueño, lo que redescubro y lo que me detiene a seguir con dicha pausa.


Será acaso que, en esas ocasiones debería mejor no estar, no decir, no callar y sólo vivir y dejar vivir?