miércoles, 25 de octubre de 2017

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Entonces, qué es realmente?
Será acaso ese sentirse libres y con la gana de ir y venir, de hacer y deshacer o de proponer y disponer igual que lo hace el hombre?
O quizá el simplemente ser igual que cualquiera y destacarse sólo por sus logros...?

Será tal vez el sentirse atractiva sólo para ella y no permitir así que el varón le observe reiteradamente?
Será que sólo se arregla para ella? (cuando, por otro lado, casi puedo asegurar que, en su intento y/o atrevimiento, termine por atraer decenas de miradas masculinas).

Qué es realmente lo que desea?
Muchas veces he visto esa frase escrita por aquí o allá: "Qué es lo que ellas quieren..." y no termino por saberlo ni aún con más de veinte años de convivir con algunas mujeres.
Luego, quizá tampoco quieran ellas entender al hombre.

Si tienen amor desean más; si poseen belleza quieren más. Si dominan al sexo opuesto se jactan o abusan de ello; si se saben superiores en muchos aspectos terminan por "echar a perder" su imagen con los que no suelen dominar...

No soy misógino... amo a la mujer como tal; adoro su belleza, sus curvas, sus hermosos pies o manos, su voz, su mirada, su tersura o el aroma de su piel... está por demás decir que adoro también su sapiencia?
Será entonces que la perspectiva sexual con que goza cualquier hombre heterosexual termina por dominarlo y/o hacerle perder la cabeza hasta el grado de tener qué denigrarla, limitarla, creerla exclusiva o... matarla?

Se habla en exceso estos días del femenicidio...
Sostengo que es culpa del propio varón y su cultura de antaño (más añeja que de antaño) la que actualmente ya no puede ejercer "la misma presión" que antes sobre la mujer y termina por hacerle perder la razón y abusar de su fuerza física (y que es lo único superior que posee frente a ella -además de su perenne líbido- ).


Sospecho que la duda quedará así escriba mil canciones, dos mil textos, o entreviste a cuanta fémina me encuentre por la calle... la diversidad ganará y, sólo espero, que haya una más que desee compartir conmigo a futuro.
...aunque no termine nunca por saber qué es lo que desean ellas.

sábado, 14 de octubre de 2017

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Habrá decenas de cosas que no terminemos por entender cuando se cuenta sólo con veinte años de edad... aún así que nos haya caído un árbol encima, hayamos padecido de violencia o habremos matado a alguien.

Lo minúsculo del existir podría llevarnos mucho más lejos que eso y, a pesar de, no lo podremos atisbar siquiera en el entorno o en el quehacer cotidiano.

Habrá centenas de cosas más que no terminemos por entender cuando se tienen sólo treinta años de edad... aún así hayamos generado la escuela del amor o hayamos leído la misma cantidad de libros  como para tener la sapiencia necesaria para no indagar más por la vida.

Lo minúsculo del existir siempre llevaría la pauta entre una página u ottra del libro abierto y seguramente lo pasaremos por alto aún teniéndolo al alcance de los hechos.

Habrá miles de cosas que no terminaremos por entender aún teniendo cincuenta años de edad... aún si la familia ya crece, se reproduce y arriba un nuevo ser ante nuestros ojos; en el lecho, ganará el insomnio por semanas, vivirá la incertidumbre del mañana y todo el pasado se sentirá más que vano o escueto.

Lo minúsculo del existir predominará ante cualquier adversidad, positivismo o realidad cruda que podamos establecer en el seno o ante cualquier ente que habrá acompañado para entonces nuestros días.


Podremos observar en el espejo a aquel que fue, al que probablemente será y el que terminará por ser ante la pequeñez de este existir...
Y, aún con sesenta años de vida, la probabilidad de sólo tener una cosa inentendible del todo terminará por consumirnos sin haber sabido el por qué del todo, el rumbo de la vida o el simple hecho del por qué hemos estado aquí peleando por nada... para nada.