sábado, 15 de agosto de 2015

.

Ciertamente en un par de segundos la vida te puede dar la vuelta.
En esa cantidad relativa de tiempo se puede sentir lo más preciado, lo más hermoso del ser... y perderlo todo en dicha fracción a la vez.

Nadie nos dijo ni nos dice cómo es que deberíamos vivir, cómo es que deberíamos lidiar con todo esto; no es sino sólo nosotros mismos quienes, a base de "estirones" llevamos el barco a cuestas a pesar del todo sin entender de pronto que no existirá respuesta o recompensa alguna cuando ya no estemos aquí.

No quiero parecer mi escrito un tanto pesimista.

Nadie nos pregunta y cuestiona, nadie se desvive por nosotros mismos, a nadie le importamos tanto como dice... a fin de cuentas cada quien debe "rascarse con sus uñas" y, a pesar del desangro, el continuar es sin duda el único camino que queda en este dédalo o en cualquier otro donde estemos inmersos.

Se dice que es necesario (por lo general) tocar fondo para poder salir o descubrir que se puede, que no resulta imposible y, algunas veces, muchas personas quedan con su intento truncado, sin un aparente objetivo nuevo a trazar o sencillamente vuelven a "lo mismo".

Todas y cada una de las frases colmadas de positivismo y "pa' 'lante" que anegan las redes sociales no son sino una verdadera estupidez cuando quien padece las observa y les resta su importancia... y ni siquiera Dios es capaz de refugiarse en nocotros para vida de mitigar o aplacar la vorágine de acontecimientos que seguimos viviendo mientras padecemos.
No hay pues, palabra alguna que mitigue o que arregle el andar y/o devenir.

Siempre se habla que es el tiempo mismo quien se encargará del todo; que el poner de nuestra parte un poco será suficiente para que, lo demás, haga el resto por añadidura o por ende... mas, resulta tan doloroso observar que hacemos caso omiso del todo a pesar de dichas frases o del tiempo aún con Dios presente frente a nuestros sentidos y entender.
En "el extremo" de las cosas, todos terminamos por alejarnos de aquel dolido o necesitado para dejarle a solas con sus problemas y "resolver" los nuestros. Vaya contradicción!


No es sino hasta hoy en que intento retomar lo perdido u olvidado, en que me aferro de la paciencia y del tiempo, en que recapacito, sopeso, valoro y revaloro lo antes apreciado y que hasta hace unos meses se encontraba inerte o en profundo letargo. Los sueños permanecen pero aquel valor y preciación que solía poseer de mí sigue ausente.

Tendré qué esperar a que lleguen las sorpresas, a que mi derredor se conduela y a que cambie para bien mi propio entorno y así rescatar lo poco o mucho que aún exista en mi interior.
Hoy más que nunca lo necesito... aún sin la "presencia aparente" de Dios.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario