miércoles, 4 de julio de 2012

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Qué ganas de volver a aquel pasado donde todo era elocuente, donde podía formar parte esencial de cierto todo, de ser co-partícipe de la esperanza, de llevar en la frente el beso de quien me ama y mostrarlo con una sonrisa a sabiendas que provenía desde ella.

Qué ganas de volver a erizar los bellos con un simple roce, de poder transmitir o infectar con un leve canto la emoción y la pasión de quien me escuchaba, de poder ser parte del guardarropa, de vestir con traje de Adán e ir y venir a placer entre sombras o plena luz diurna en casa...

Qué ganas de esperar esa llamada, de entender que, del otro lado de la línea, estabas tú con ese deseo quizá no tan intenso como el mío de volver a encontrarnos en intimidad y que fueras "aire para la vela de mis ganas"... De contar una vez más los días y las noches juntos e imaginar deseosos y plagados de intriga el que sumarían miles pasado algún tiempo.

Qué ganas de regresar a ese pasado donde la lluvia acompañaba nuestra despreocupación, donde el amor intentaba darnos forma, donde la luz era símbolo pleno de esperanza y/o donde el trabajo no era sino sólo un "reloj detenido" que frenaba nuestro próximo encuentro.


Qué ganas de tener hoy más que estos veinte años... que se repitiera todo nuestro inicio con la convicción, la certeza, la seguridad, el amor y la experiencia que hoy tenemos...
Qué ganas de tener hoy más de todos esos miles de días sumados... y qué enorme es el deseo de que nunca terminen, que este amor pueda durarnos y alimentarnos por siempre sin hacernos trastabillar en vano por dudas mal fundadas o erros en nuestros comentarios...

Qué ganas de tener hoy más que ese todo que ya vivimos, que llegue poco a poco, que cale en lo profundo, que duela... que nos haga recapacitar una vez más que intentamos ser el uno para el otro a pesar de romper con los esquemas que alguna vez nos propusimos individualmente...

Qué ganas...

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