lunes, 10 de junio de 2013

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Quiero creer que lo primero que me llamó la atención de ella fue su manera sencilla y humilde de mostrarse a pesar de saber que contaba con un pasado mucho más que plagado de escalafones difíciles y mucho estudio.

Habíamos tenido sólo algunas conversaciones previas y uno de esos días quiso mostrarse frente a mí para corroborar cierto comentario que habíamos hecho entorno a mi quehacer musical y, bastó, el simple hecho de ella sentarse a la mesa frente mío y dejar que las melodías tomaran el curso de la noche para luego poder dar inicio a una charla que no se extendió demasiado debido al día entre semana en que coincidimos.

En esa primera ocasión tanto la sencillez de su atuendo como, insisto, la humildad que mostró en nuestra conversación aunado todo ello a una inolvidable sonrisa que, sé, aún posee, fueron el marco perfecto para extender un poco más esa noche sin más compromiso que el tener una simple charla.

Recuerdo perfecto de ella su leve maquillaje que había colocado en su rostro y una suave fragancia que, discreta, inundó amablemente todo el recinto o, al menos, la habitación donde nos encontrábamos.
Por otro lado y por decirlo de alguna manera parecía que escondía un tanto sus ojos o su mirada no intentaba "depositarla" plenamente en mí. Sus manos dibujaban simplezas en una servilleta después de haber tomado algunas notas a lo largo de la noche y previo al que me sentara a su lado.

Cierto par de conversaciones más continuaron, y de manera muy espaciada o esporádica, a lo que dibujaba un inicio amistoso perdurable hasta que, una noche volvió a presentarse por última vez ante mí con un atuendo que aún preservo en mi recuerdo y que terminó por impactar y llamar enormemente mi atención.
El color beige será desde entonces lo que me remonte a su recuerdo pues, luego de esa noche donde sólo conversé algún par de minutos con ella, se despidió con una sonrisa tan hermosa como franca de mí y hoy día en que escribo es fecha que no sé en absoluto nada de su paradero o devenir.


No puedo sino sólo agradecer al destino el haberla conocido aunque haya sido tan conciso y breve 'nuestro' tiempo y, aunque no puedo asegurar que "le conocí" a detalle, casi puedo adivinar que lo mejor de la vida le sonríe... pues es lo que ella (y muchas mujeres más) merece.

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