domingo, 19 de febrero de 2012

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Únete a mí... intentemos con este destierro y su desgana; hagamos que la unión sea el común denominador, ese mismo que, hace años, nos trajo las mejores recompensas, los momentos más gratos, las satisfacciones más hermosas...

Deja me uno a ti... deja a un lado ese o aquel prejuicio que te ha nublado la razón por un tiempo y nos ha orillado a esta separación; permite que fluya con tu sangre y podamos vivir felices como en aquel pasado que, sé, tanto añoras y deseas tener una vez más...

Unifiquemos los esfuerzos... no habrá poder más fuerte a vencer que el tuyo y el mío en comunión y armonía... lo sabes, lo sé; y es por ello que entiendes que debe ser así.
No desvíes (te lo suplico) este interés común que, en lo personal, estaré dispuesto contigo aunque en ocasiones me veas llorando...

Hagamos de la opinión una sola... que ese entender mutuo concuerde como lo hemos venido haciendo con el mejor de los resultados para nosotros (aunque todo el resto lo mire a mal...)
No desviaré este interés común y, ojalá, estés dispuesta al todo que, por mi parte, sabré entender cuando te pueda mirar llorando.

Que tu llanto o el mío sea sólo por lo nuestro, por algo que se haya roto entre nosotros y que pueda haber lastimado un poco; que la palabra sea nuestro soporte y erradiquemos dicha sal líquida en nuestros ojos y reviva el amor que es lo que siempre nos ha sustentado a seguir, a luchar, a comprender el uno al otro, a perdonar...

Vivir... vivamos; sigamos inmersos en este hermoso juego donde sólo participas tú y yo con la mirada puesta el uno sobre el otro, el deseo del uno hacia el otro y la plena intención de seguir el uno con el otro.


...sólo espero no volver a defraudarte o decepcionarte y que vuelvas a pensar que, lo nuestro, fue una verdadera pérdida de tiempo... de dieciocho años de tiempo.



A: La "dueña" de mi "Laberinto Cotidiano".

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