miércoles, 1 de febrero de 2012

.

No había querido ser tan obvio, tan elocuente respecto al amor que derramas y que con gusto me arrastraría para tomarlo sólo con mis labios... pues, de antemano sabes, que adoro su sabor...

Me había detenido a llenar mis ojos de humedad con tus lágrimas y terminé anegado debido a que, fueron tantas y tantas de ellas que recogí deseoso de poseer, que no pude más que beberlas gustoso de saber que sólo estarían así para mí...

Y quise huir del dédalo, del tuyo, del mío... y me pude librar sólo del propio pues, amo tanto lo que desde ti provenga, que sigo arrodillado y anegado de ti y por ti para ser de ti y contigo...

Asomé a través de tus ojos, caté desde tu boca, sentí desde tu piel, entendí el peso sobre tus hombros y sólo volvimos a saber del amor en soledad y a través de un cristal; bebimos desde el mismo crisol y lo compartimos hasta el nuevo día...

Me vi una vez más atado frente a tus pupilas y supiste con tus manos brindar calor, arropo, cobijo, seguridad, soltura y libertad... y quise permanecer así toda mi vida contigo.

Se sucedieron los atardeceres, las llamadas a la intimidad, incluso días con nieve y noches con sol... y sólo terminamos por mirarnos ante tal desvarío natural y reímos, murmurábamos algo y la sonrisa siempre nos favoreció hasta caer rendidos y colmados de amor... del único y verdadero amor que siempre nos cobijó.


...hasta que desperté y me supe en soledad, húmedo de llanto, sin ninguna atadura, en total desnudez y con una sonrisa que me acompañó todo ese día pues, sé, que proviene desde ti, desde tu propio sueño y desde lo más íntimo y secreto tuyo...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario