lunes, 29 de diciembre de 2014

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Termina el año y, con él, todas las viscisitudes que pudiera tener sumadas a las ya tantas que fuera del dédalo se muestran y se encuentran conmigo.

Y, estrenando mi cuenta de Facebook, la "última" del año que no podría llamar viscisitud en específico, sino una verdadera muestra de falta de ética y de profesionalismo de parte de dos conocidos que no puedo determinarlos como amigos luego de haber jugado su dedo en mi boca (metafóricamente hablando).

Terminando el año un reclamo más, una que no ha terminado por desaparecer y que se torna más pesada y conflictiva con el paso de los días.
Las muestras de admiración de unos cuantos en las redes sociales y la muestra de carácter de otros tantos; el despilfarro de sesera de muchos más y la cualidad de sensualidad que posee por naturaleza la mujer... todo en pleno esplendor con cada acercamiento o asomo a dicha red.

No sé en verdad qué me deparará el dos mil quince, si será un nuevo fracaso, si tendré poco trabajo o si alguno de los foros donde me presento cerrará. En verdad que la situación no está para menos que eso y Rojo Café, por ejemplo, ya lo padece.

No sé cuánto me quede de vida (eso, por obviedad, nadie lo sabe) y, cansado de leer y escuchar que vivamos al máximo cada día cual si fuese el último, me topo con personas a mi derredor que se niegan a hacer la vida más afable o llevadera con el firme resultado de no querer más estar ahí o el intentar alejarme de dicho entorno con la consecuencia aunada...

No sé qué otras personalidades fallecerán este año que viene y, en verdad me gustaría, no escribir acerca de algún deceso más cercano a mi seno pues, si bien es lo que menos deseamos todos, el convivir con la muerte es mucho más natural que el respirar en este mundo.

No sé tampoco qué desenlace podrá tener la educación de mis hijos, qué ejemplo terminarán por seguir y si alguno de ellos se revelará y se alejará de casa creyéndose tan capáz que el mundo le "queda chico"; si mi hija cambiará, si mi suegra y mi auto soporte otro año más de vida o si pueda por fin vacacionar con la soltura económica que se requiere para disfrutar o, al menos, en verdad descansar.


No sé mucho, digamos nada... lo cierto es que seguiremos aquí mientras tengamos vida.
Gracias por continuar tú conmigo.
Feliz y próspero dos mil quince a ti que me lees.

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