sábado, 22 de noviembre de 2014

.

Aún fuera del dédalo, no puedo pasar desapercibidas algunas fechas que han sido vitales en mi existencia y en algunas personas que han sido parte muy importante en mi admiración y mi vida en sí.

Muy aparte de lo que representa en importancia y relevancia mi familia, los compañeros de trabajo han sido el complemento idóneo en el que he encontrado gran parte de mi aprendizaje tanto de vida como de profesión y, hacia ellos, es que dedico este día mi escrito.

Cada 22 de noviembre es que se festeja a los músicos en México... supongo que es por la Santa Cecilia (patrona de los citados) y que... bueno, esa es otra historia. El caso es que justo este día, llueven felicitaciones tanto de mi parte hacia mis compañeros como de manera inversa y, eso, me recuerda que, de alguna forma, formo parte de esa gama social-profesional tan diversa y tan poliforme en cuestión al sentimiento, conocimiento y manera de pensar.

Y, así como mi guitarra no suena igual cuando es pulsada por otros dedos, es obvio que cada piano tendrá guardadas sus armonías para cada par de manos. Y es aquí justo donde radica todo el aprendizaje al que puedo exponerme mientras conviva con cada uno de ellos de manera individual o grupal.
Las emociones nunca se hacen esperar mientras ejecutamos la música y, desde este punto primordial, es que acude gran parte del primer sentimiento, del primer esbozo de experiencia que se plasma en mí y otros tantos tópicos que resultan.

De cada uno de ellos cargo algunas anécdotas o tros detalles que me han marcado para toda la vida (incluso algunos y algunas cantantes y percusionistas o bateristas, los cuales, los tengo en otro "apartado" cuando no conocen en sí lo maravilloso y vasto que es el dominio de las doce notas).

Los nombres, prosigo, son muchos ya a esta edad y, sé, otros tantos se sumarán mientras me mantenga cercano a las nuevas generaciones que, por cierto, algunos de ellos aman lo creado en un pasado musicalmente hablando y, de ellos, también he aprendido bastante. De esa vastedad de nombres, lamentablemente, he tomado algunos para rendirles un texto completo a manera de humilde homenaje debido a su muerte... supongo, cosa que no debería ser.

Algunos más sólo han plasmado una grata sonrisa en mi semblante y pare usted de contar.


Por todo y tanto, felicidades a ti que me lees y que comulgas con la música, con este hermoso don divino del que, en cada par de manos, tiende a cobrar la misma forma de lo divino, de lo irreverente, de lo infame y de lo más bello e intangible que ha sido preciado, aclamado o desdeñado desde sus inicios por el hombre mismo.

Y, por otro lado, gracias eternas por darme tanta dicha y amor al cruzar tu laberinto con el mío.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario