domingo, 16 de noviembre de 2014

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Colocar "el punto y aparte".
Llevar el texto a otro sitio; ahí donde las grafías no puedan comprometer a alguien más que a mí mismo o que gracias a ellas "alguien más salga lastimado".

O quizá colocar el punto y aparte para hacer que el rumbo sea el propicio para desgranar el próximo tópico y ponerlo a consideración de los demás, del mundo, de aquel que se acerque, que pretenda buscar algo más que sólo palabras en este espacio o el suyo.

Un "punto y aparte" donde todos salgamos beneficiados, donde tú puedas respirar y yo tenga la capacidad de recapacitar en todo cuanto he hecho o dejé de hacer. Ahí se podrá hablar entonces de eso "nuevo" que buscas o intentamos encontrar.

Donde, incluso, probablemente tenga los "puntos seguidos" que tanto has necesitado, que tanto has requerido para continuar y sobre entender que las causas y respuestas no han sido las suficientes y podrás pescar del todo el mejor de los desenlaces y hacer tus propios resúmenes.

La secuencia que otorga los "dos puntos" que te permitan seguir adentrada en todo cuanto has deseado a pesar de tu propio cansancio o del mío, las "comas" que intentan continuar y continuar, reafirmar, sumar, reivindicar y/o volver a subrayar cuanto hemos cometido, cuanto hemos hecho o cuanto hemos dejado de hacer.

Hacer plagar todo el escrito con esas notaciones y signos de admiración que sólo podrán estar ahí, escritos, y que no podrán representar una ofensa o una dura llamada de atención a pesar de saber ambos que las requerimos.


Un texto nuevo que podría terminar, por qué no, en una simple "reticencia" y seguir dejando todo al devenir, al porvenir, al futuro, a la reacción o al simple silencio...

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