domingo, 29 de abril de 2012

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Decidí esperar hasta el final del día para cotejar, analizar y continuar asimilando cada uno de los detalles de la noche previa y/o cada emoción y nuevo detalle que se sumó conforme transcurrieron las horas hasta que el alba lograra esta fecha.

Aquel rostro ensimismado en su quehacer, el otro que no atinaba a determinar el lugar propicio para depositar su profundidad visual; uno más que se llenaba de asombro y el que más... ese que tengo por bien amar desde que le conozco y que estuvo sólo unos instantes en el día previo para mí, para mi actividad, para mi música y presencia.

Aquel pequeño pastel que me devolvió una sonrisa que sentía perdida, la misma velita roja usada en dos ocasiones y el tenedor con que había ingerido mis alimentos... Todo, en el marco propicio para poder terminar con ciertas lágrimas en los ojos y que, para mi fortuna, no estuvieron ahí pues no pudiera haber disfrutado del todo el momento.

Aquel mensaje que data de 1989; fecha en que ella estuvo muy cerca y donde "supo" (según su apreciación) de que soy "un hombre que actualmente lo tiene todo" y no existiría por ende un obsequio más para añadir a la felicidad que hoy disfruto... Hermoso mensaje que, hasta cierto punto, me "hizo el día".

Y es que realmente quienes me hicieron este día (y que me hacen la vida) fueron justamente quienes viven conmigo y quienes, a pesar de su corta edad, aprecian enormemente cada festejo sabiendo que habrá viandas, regalos, comida en sí dulce o salada o juguetes que podrán ser compartidos con ellos... qué decir de su saludo y felicitación a muy temprana hora del día.

Aquellos más quienes me recordaron y que intentaron en vano verme debido a mi trabajo, gracias, gracias en verdad por su esfuerzo. A ti que me escribiste apenas entrado el día; a ti quien aún no encuentras las palabras idóneas para hacérmelas llegar... A ti que decidiste no gastar ni siquiera en un mensaje o invertir tiempo en el mail para felicitarme: gracias, en verdad gracias.


Es justamente por ello, por ellos y por ustedes, que permanezco aún en este lugar y donde, aún paralelo al laberinto, puedo apreciar lo que hacen por y para mí y determinar así cuán valiosos son cada uno.



P.D.
Mas, me sigo preguntando, el por qué a él sí le enviaste un mensaje de felicitación cargado de atención y buenos deseos y no tuviste uno para mí...

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