miércoles, 22 de octubre de 2014

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Tanto fuera como dentro del laberinto todo, todo en absoluto se mueve.  Se sabe de cierto que no existe nada que carezca de movimiento, la tierra misma, el universo completo.

Hace algunos meses incluso llegaba a molestarme un tanto el tener que coincidir con conductores con menos pericia que yo y que truncaban tanto mi avance como mi "libre transitar" por las calles.
Resulta por demás decir que, en esta ciudad, es ya casi imposible el no coincidir con más automovilistas a cualquier hora del día.

Por ende, la paciencia y la cordura debe predominar al cien por ciento en este y otros aspectos que obedecen a dicho movimiento inexorable del todo.

Es cierto que también me he sentido incómodo por dicho movimiento cuando se está de luto, cuando dentro de una capilla se encuentra el cuerpo de algún ser querido y, fuera, las risas y el cotidiano común sigue tan latente cual si no ocurriese nada relevante en ningún lugar en especial o en particular.

Sé también que yo mismo formo parte de ese movimiento y, el saber que todo mi derredor se mueve entorno mío, me brinda tranquilidad, inquietud o relevancia dependiendo de qué tan intenso pueda ser dicho movimiento.

Así pues, amo el verte en movimiento, con inquietud, con la sonrisa en el semblante, la mirada segura y con la disposición siempre latente para seguir en movimiento constante (incluso aún en sueños)...


Por qué crees que me parece tan increíble y tan importantemente excitante el que me permitas que "detenga tu movilidad" al menos por unos instantes pues, si bien también lo he logrado en sueños, es realmente intenso cuando lo logro en vida.

Sin embargo, no confundas, no malinterpretes esto... por favor.

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