lunes, 5 de mayo de 2014

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Cada quién con sus vicios, con sus ocupaciones, con sus ideas y prejuicios que le llevan al rincón de su laberinto.
Cada quién con su ir y venir, con su quizá sólo dar vueltas en el mismo círculo o en el mismo espacio desde donde habían iniciado desde su principio.

Cada cuál con su pena, con su necesidad, con su propio acervo y su visión acerca de su dédalo; con su magia, su porción de estiércol en el cerebro o en el ano esperando el momento justo para mostrarse o con el deseo de sacarlo en definitiva y no permitir que se vuelva a formar en su interior.

Cada uno con su maraña de situaciones que le otorgan su mote, que le brindan su mejor oportunidad, que le acercan a su maestría mundana o que le forjan su elixir vivencial.
Cada uno con su mañana, con su ayer, con su pasado puesto en el futuro erróneamente o con su futuro basado en su pasado por desventura propia y por erro personal.


Qué mejor que dar forma y/o tocar fondo a lo propio!
Qué sentimiento habrá mejor que el de poder sentirse orgulloso de los propios logros!
Qué iracundo quedará aquel quien no hizo lo suyo en su momento y hoy se lamenta de esto y aquello...

Qué gana de poder asir toda esa experiencia en una sola mano y, con la otra, el golpear firmemente al mundo y a su gente sabiéndonos mejores y plenos!
Qué gana de amar!
Qué triste el saberse del montón y ser observado como cosa extraña en el mundo... cuando sabemos que cada uno somos únicos e irrepetibles.

...como si ese fuera nuestro pecado...

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