domingo, 13 de noviembre de 2016

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No, se suponía que esta noche no debería extrañarte (así como lo hice en cientos de ocasiones atrás), pero esta falta de tener al lado a alguien me orilló a hacerlo y a dejar que se sintiera más la soledad gracias a la lluvia pertinaz y al frío que aumenta en este incipiente otoño.

No, se suponía que no debería inspirarme más en ti (así como lo hice en decenas de ocasiones atrás), pero esta guitarra que me acompaña en solitario está decidida a que nazca una nueva melodía en pro de tu recuerdo...

No, se suponía que no debería sentir eso estando bajo techo (así como lo sentí hoy que estuve en la inauguración de un nuevo lar), pero fue justo por esas paredes recién pintadas, el aroma a nuevo y la limpieza y minimalismo del sitio que me hicieron remontar décadas atrás cuando preparábamos juntos ese, nuestro nido familiar.

No, se suponía que no debería estar en silencio (así como lo estuve en muchas ocasiones frente a ti), pero fue justo esta soledad que me demandó al menos reír sonoramente frente al televisor mientras, afuera, el tejado se quejaba sutilmente con la visita de Tláloc por estos rumbos desde hace tres días.

No, se suponía que no debería pensar más en ti... pero es que dicen que la vida de un hombre acompañado se recuerda más que la del hombre solitario y, es justo aquí, que reparo y miro al lado y me descubro con una postura que yo mismo busqué y donde (en definitiva) no se espera un retorno.


Trataré en lo sucesivo intentar dominar mejor estas sensaciones y carencias que me dejan más de veinte años gratamente acompañado (y otros tantos de suma tristeza, limitantes, cortos de reciprocidad y/o colmados de falta de admiración e interés) ...sin mezclar los altibajos sexuales o sus cotidianeidades.

...pues esos detalles se sienten en otra zona crucial de mi cuerpo llagado.

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