domingo, 30 de octubre de 2016

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Lo menos imaginado ha acudido al lado de Morfeo en estos días.
El señor, ha buscado en mí el peor de los tópicos y los ha revolucionado en mis pocas horas que alcanzo de sueño.

Hace aproximadamente un mes que se ensañaba con tu imagen, con tu silueta, con su sexualidad o cada una de tus facetas y, si bien "se mantuvo al márgen" en muchos aspectos delicados, no dejó de omitirte por mucho que lo hubiera intentado.

Y no, no fue desagradable, pero sí alcanzaba a robarme horas importantes de mi descanso, al punto de cabecear en horas de la tarde apenas una horas de haberme levantado.
Y no. no me quejo del todo; es hermoso tenerte en sueños cuando, físicamente, sencillamente ya no puedo.

Luego, me miro semi asustado a altas horas de la noche intentando percatarme que sigo despierto y que el dormir será lo próximo siguiente que acontezca, con lo cual, la incertidumbre se plasma en mi rostro, en mi remembranza o en mi inquietud que no deja de presionar aún sabiéndote desinteresada en cuanto acontezca a este escriba.

Aún con el cambio del horario, la noche será joven siempre para ti, para el propio Morfeo que, aún a deshoras, podría jugarme una mala treta y acercarme a tu recuerdo de mil maneras, de esas tantas que te supe y que aún llevo en mi piel y memoria.

No sé si habrá alguna recompensa de todo esto, si es un castigo o si sencillamente forma parte de un duelo, del estar separados o de tanto estrés acumulado con el paso de los años que hoy desea salir e intentar rejuvenecer el entorno, el propio yo, la osadía misma o el simple aroma en derredor.


Mientras eso se sigue desgranando, cada gajo de este quien escribe se traga amargo en ocasiones y no parece ser endulzado ni aún con la música...

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