martes, 11 de octubre de 2016

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Ven, observa bien; dónde es que me encuentras ahora?
Te das cuenta ya del cómo es que puedes observarme a través de tu prisma de esa manera que jamás deseaste o que jamás imaginé?  Al menos qué bendición para ti el poder seguir teniendo ese, tu sentido de la vista.

Ven, escucha bien; cómo es que me escuchas ahora?
Puedes siquiera vibrar un poco aún a la par con alguna de mis cuerdas o es que simplemente te percatas de que ya no "hace falta" escuchar más?  Al menos qué bendición la tuya el poder seguir escuchando.

Ven, cata bien; cómo es que te sabe el todo ahora?
Podrás creer que, desde nuestra cocina, optamos por prepararnos el más amargo de los guisos y ambos terminamos a la mesa con la lengua escaldada o con un sinsabor perenne?  Al menos, qué bendición del que puedas saborear aún lo "preparado por otros chefs".

Ven, siente bien; toca con tus manos o tus pies... sientes ahora?
Date cuenta que aún existe en tus extremidades dicho sentido que te lleva a percatarte de lo más suave o terso, de lo áspero o lo rugoso... y qué dichosa que aún puedes tocar y sentir cada una de tus partes mientras te duchas, mientras te relajas para dormir... mientras sueñas incluso.

Ven, huele detenidamente; sigues identificando ese aroma?
Difícilmente podrá ser erradicado del todo luego de años de tus narices "padecerlo", o mejor o peor aún, del quizá redescubrirlo desde alguien más... Qué dicha pues la tuya de poder poseer ese sentido vivo.


Ven, qué estás pensando?
Cuánto más tendremos juntos qué imaginar, recordar o maquinar en nuestro pensamiento para vida de continuar con vida y no "morir" sólo remembrando?

Será acaso la única dicha que aún nos quede?

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