lunes, 20 de julio de 2015

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No fue sino hasta que se miró fuera de su zona de confort cuando supo a ciencia cierta lo que ocurría en su reducido espacio amoroso, sentimental y incluso humano.
De manera obvia es que mi percepción de ello era esa pues él mismo se cerraba su círculo y se mantuvo así por algún par de meses.

Apareció de pronto un "salvavidas" en su laberinto y poco a poco comenzó a retomar ese brío, ese impulso que lo movía aunque su semblante aún mostraba las dagas provocadas por los despojos, por las ausencias y demás llagas que brinda un mal desenlace amoroso.

Dicho "salvavidas" pudiera bien haber sido un ángel pues, probablemente a esta hora en que escribo, se encuentre ya degustando las mismas mieles de la recesión de amor que apenas parecía le sonreía proveniente desde una gran persona.

Mas, el tema, no es este ángel, sino aquel quien, con pocos lustros, ya ha recibido la impresión más grande que sólo el hombre puede tener a lo largo de su vida y que es justo la que ata, la que limita, que castiga bellamente al corazón proveniente desde el sexo opuesto.

Su semblante hoy es otro; su sonrisa revela satisfacción, su palabra fluye segura, su piel sigue erizada desde aquella su primera noche en pro del deseo y/o atracción a primera vista... del enganche, del "conecte", de ese vibrar al unísono tanto estando frente a ella como debajo o por encima de las sábanas una de esas noches memorables.

Las palabras están de más cuando dos almas se funden en una sola aún y cuando apenas intentan reconocerse o muy a pesar de la brevedad de los encuentros...
Qué alegría el poder ser partícipe de la felicidad de aquel y, aunque suene contradictorio, de la tristeza de aquel ángel que mencioné líneas arriba.

La vida no es un azar, no es algo que maneje propia y/o exclusivamente el destino; tampoco creo que fue el momento de ambos para que uno brille y el otro fenezca en apariencia.
La vida misma ofrece esos trances, esos arriba y abajo de y en todos y, a pesar de lo que se diga o se piense, escribí claramente que en este cúmulo de texto existen algunos personajes y, el que más suele resaltar, es el del ángel...


Será por su labor, será por lo divino... será sencillamente por ser quien es.
Sólo espero que pueda mirarse al espejo en días venideros y que sepa con certeza lo que es.
Sólo así todos terminaremos felices esta etapa del cuento... este viro del dédalo.

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