viernes, 20 de marzo de 2015

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Debido a la cercanía de las vías férreas con el sitio donde vivo, es frecuente mirar a personas originarias de centroamérica pidiendo limosna en cierto par de cruceros por donde habitualmente transito debido a mi trabajo.

Muchas de esas veces son hombres morenos que, sólo por su forma de hablar, se adivina que no son originarios de este país y, "por arte de magia", al día siguiente ya no se miran una vez más en dicho crucero (como normalmente es común para los que suelen limpiar parabrisas o para aquellos otros que suelen hacerlo debido a su incapacidad quizá para trabajar).

Esta tarde el turno fue para una mujer acompañada de un menor al cual no le calculé más de cinco años de edad... más triste no pudo ser la escena.
Con sus ropas sucias y su cabello desaliñado y maltratado por el enorme viaje que seguían realizando pedían dinero para continuar hasta la frontera trepados a manera de "trampa" en el tren y conseguir así llegar al "país de las oportunidades" que tenemos al norte del nuestro.

No pude menos que derramar una lágrima y volver a recapacitar en ese detalle del ofrecer (cosa que no hice) esa mísera parte del enorme gasto que dicho viaje les conlleva, mientras, aquí en casa corren los gastos y el día a día sigue determinado y manejado gracias a lo justo que percibo... vaya, me detuve a darle una moneda y mi interior me lo maldijo al arrancar mi auto con la luz verde pues sí tenía de dicho "excedente" o extra para ellos en lo que a mi economía refiere.

Para este instante en que escribo, recuerdo aún ese cansancio que reflejaba el menor a la vez que seguía a su madre entre los autos y más me deprime mi falta de sentido común, de ayuda al prójimo, a sabiendas, que jamás podré mitigar en todos esta puta falta de dinero en todos aquellos que carecen de él , mientras, los que realmente tienen solvencia, simplemente lo "desperdician" en pendejadas, gastos innecesarios o les importa muy poco lo que al mundo le duela económicamente...


Para este instante en que escribo, tuve lo suficiente para comer, pude poner un poco de gasolina al auto, compré las medicinas que requería para mi familia, un paquete de galletas y unos dulces para mí y mi bolsillo y cartera se vaciaron en totalidad... sí, no tengo nada esta noche conmigo hablando de dinero y me duele más la imagen que quedó atrás en el tiempo en aquel crucero, imagen, que me orilla a llorar un poco y a maldecir mi sentimiento, sensibilidad y posición social... (y a maldecir a la vez ese "pensar más en mí" por un momento que en los demás).

1 comentario:

  1. Mi madre pedía dinero en la calle teniendo ella 20 años y yo 3, para poderme dejar en una guardería del dif y así me dieran de desayunar. Ella se iba a una escuela de cultora de belleza, muchas veces sin desayunar o comer, porque lo que la gente daba lo que también ajustaba sus bolsillos y que era suficiente sólo para poder sufragar el gasto matutino. Viví la miseria de una manera cruda y traumática en mis primeros años de vida, pero creo eso fue motivó siempre para que yo valorara y agradeciera mis oportunidades, mis carencias, mis deseos y ambiciones.
    Agradezco el frío que me mantuvo despierto y agradezco el cobijo que hoy hay sobre mi cabeza, agradezco el hambre que me mantuvo despierto y hoy agradezco los buenos platillos que acompañan mis alimentos, agradezco la incertidumbre del mañana, porque este me enseño a vivir el hoy. No todo lo que pasa en la vida es malo, más bien es un filtro que hace que los fuertes sobrevivían y sepan agradecer o los débiles mueran cada día o desprecien lo vívido.
    Dice una frase, atribuida a Bill Gates nacer pobre no es tu culpa, morir en la misma condición absolutamente que si.

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