lunes, 16 de marzo de 2015

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Desde el exterior del dédalo leo y escucho a las personas referirse al famoso "febrero loco" de aquellos años pasados cuando, en este marzo, las lluvias llegaron a nuestra ciudad de forma inusitada por más de tres días y se reconsidera la frase una vez más.

Supongo que es sencillamente porque, la "matemática natural" no es la misma desde siempre aunque la quieran ver como "medida" inamovible en el reloj anual del planeta.
Luego, a sabiendas de los ahora ya conocidos eventos como "El Niño y La Niña" (que se presentan alrededor de cuatro años uno tras otro) es por demás obvio que todo se modifica y nada podrá ser "repetitivo" año con año como la gente quiere o espera verlo.

Estonces, qué mejor que disfrutar estos días de lluvias "moja-tarugos" estando en casa bebiendo café, leyendo un buen libro o con los hijos en plena convivencia familiar (aprovechando los días de asueto por los que se atraviesa en el calendario escolar) pues, ni siquiera, se antoja la cerveza, el salir a un parque o a alguna plaza pues, el frío, arrecia con cada día que transcurre húmedo debido a tanta lluvia.

Pero, volviendo al comentario inicial, es preferible saber que la naturaleza no "concede deseos" y hará lo que le venga en gana para intentar sanarse del mal que le hacemos día a día con nuestra acelerada forma de vivir, de producir desechos o de contaminar el aire haciéndonos ver de una forma u otra que, en definitiva, debemos olvidar que existe ya una cronología en los aguaceros, en los cambios de estación o cualquier otro tópico natural que el hombre ha intentado medir en base a los meses.


Por otro lado, más de un video elaborado por computadora en estos días, nos muestra lo minúsculo del planeta comparado sencillamente con nuestro sistema solar (que ni nuestro es) y lo microscópico que se torna el hombre comparado con esto mismo como para quejarnos por problemas o tratar de acaparar bienes o dinero que, en resumen, no significa ni siquiera polvo en la vastedad del todo...

Ahora bien, si sumamos nuestros tsunamis, terremotos, inundaciones, huracanes o cualquier otra contingencia devastadora aquí en la tierra, no significan nada en absoluto frente a lo extremo del clima en cualquier otro planeta de nuestro sistema.

Así que, mejor, no digan nada. Intenten vivir y dejen vivir.

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