martes, 3 de diciembre de 2013

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Diciembre llega con su peculiar acento a consumismo, con parte de los días cargados de trabajo y con un extraño deseo de que concluya el año... sí, a pesar de todo ese comentario que se hace al respecto del que dos mil catorce llegará más que difícil para todos.

Mas, quiero asegurar aquí, que existen ocasiones muy especiales donde termino por olvidar que la crisis me puede agobiar; no suelo pensar en ello mientras trabajo, mientras deseo colocar ese resquicio de amor donde pueda desde mi guitarra e interpretación... y resulta una lástima que, en muchas ocasiones, siempre existe el "grinch" de la música viva que deteriora la noche o la troca para mal infectando a algunos otros.

El trabajo me ha enseñado que la nobleza de ser músico requiere mucho más que sólo eso, que debe llevar impregnado un tanto o mucho de amor (y perdonen que lo reitere), brío, alegría, reminiscencia, esmero, disciplina, paciencia y disfrute... y bajo ese tenor espero que realmente aquellos quienes comulgan semana a semana conmigo en el mismo lugar lo hagan por ello, porque lo perciben desde mí o porque realmente les agrada la propuesta.
Me daría suma tristeza que lo hicieran sólo por el simple hecho de considerarnos amigos.

Observo semblantes y me indago, escucho melodías ajenas no comerciales y sigo cuestionándome, sostengo ese mismo tarro con cerveza que aquel y dejo de sentir el paso de las horas... He agradecido enormemente al alba el que su arribo nos brinde la nueva pauta a seguir o el término de la actividad musical amena y plagada de romanticismo, bohemia y alcohol y he llegado a amar a las sábanas su función posterior a la tertulia sin menospreciar jamás a la tibia compañía de esa fémina que acompaña mis días luego de semejante desvelo.

Y será a pesar del frío (y de aquellos entes destructores de la noche) que terminaré por disfrutar a lo grande mi diciembre acompañado de esta majestuosidad llamada música, de esas noches por venir plagadas de bohemia y guitarra y terminaré el año agradeciendo al creador esa gracia que posee para hacerme entender que los tiempos difíciles también suelen disfrutarse a pesar de padecer de desvelo y un tanto de hambre.


Sólo espero no tener que tragar mis palabras debido a la sarta de babosadas que nuestro presidente hace en estos días y que termina por chingar económicamente al grado de ahorcarnos tanto a quienes trabajamos en la música como a nuestras familias y a miles y miles de personas más que tienen menos de lo indispensable.

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