lunes, 18 de noviembre de 2013

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...Y llegó!

Quizá cargada de ilusión, de "entretanto", de cierto rescate a la relación o a un simple erro en las fechas.
De la tierra de los cristianos su significado y colmada de augurios positivos y esperanza.

Llega con dolor, con sus propios sueños, con su demanda de cuidado y afecto, con un llanto que sólo podrá ser escuchado y reconocido a decenas de metros por sus padres... De voz inconfundible y de pasión en su interior (como sólo lo sabe tener una mujer).

Llega para sembrar duda, paciencia, regocijo, gozo y un sin fin más de cracterísticas que sólo ella puede otorgar a quien la sostiene en brazos, a quien le acerca a su boca el alimento y a quien trabajará por décadas hasta lograr dotarla de la fuerza necesaria para que ella se valga sola.

Tal vez funcione correcta y exacta, quizá medite sus actos a más temprana edad que nosotros y redistribuya el amor de una mejor manera... quizá cante, escriba o lea más que nadie.
Sólo ella tendrá bajo su manga aquel secreto que será descubierto por quien alce su falda o derribe su pantalón llegado el momento.

Llega con luz propia entre tanto caos u oscuridad, con fe entre la duda, con destino aún sin poder andar, con delicadeza entre lo burdo y abstracto, con definición entre lo inentendible o poco legible... con más que dar, con menos por hacer, con más qué demandar al mundo y con cada característica que cada gen le ha otorgado para ser única e irrepetible en esta maravilla que es la creación y de lo cual Dios mismo nos ha enseñado a su forma y manera depositada en nuestro actuar y crear.


Bienvenida al mundo, Romina, hija de Gabriel y Adriana, de Adriana y Gabriel, nacida del precio del amor, del desenfado, de la guerra, de lo absurdo, de lo menos probable, del propio deseo, de un llanto que terminó hace tiempo y de otro más plagado de sueños e ilusiones.

Sea la vida en ti y bendición con tus padres.

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