martes, 12 de noviembre de 2013

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Fuera o dentro del dédalo me he topado con personas que, muy por encima de los valores morales o del "buen vecino", suponen que el mundo los merece y no existe nada más que su postura, su razón o su propuesta social ante el mundo.

Estos seres (si es que se les puede llamar así) obligan en cierta medida al resto a permanecer más recatados o más ajenos al ambiente que pueda suscitarse dentro de instalaciones en un bar o en una simple reunión.
Ellos, habitan entre nosotros y en ocasiones se sienten cual piedra en el zapato aún mientras manejamos un auto, observamos una película en el cine o nos encontramos en un restaurante con nuestra tranquilidad puesta en vilo al tenerlos presentes ahí.

Lo peor de todo es cuando se llega el extremo y, dada su pendeja postura y raciocinio, provocan sucesos que sencillamente desbordan nuestro entender y trocan la vida de quienes tuvieron al derredor en su momento.

Hablo aquí de las víctimas del bar "Aloha" en Zapopan del pasado sábado 9 de este mes y que se vieron envueltos en esa situación que sencillamente raya en lo absurdo, supera mi entender y no me da sino para sólo despotricar y mentar su madre a quien propició tal hecho.
Todo ello, independientemente, de otros tantos valores civicos y humanos que llanamente se tiraron a la basura o se hicieron a un lado gracias al abuso del alcohol y a la poca educación que seguramente este tipo (y los otros participantes) tienen en su cabeza... (si es que se le puede llamar cabeza a esa parte de su cuerpo que lleva en lo alto al permanecer erguido).

Mis condolencias a las familias pueden resultar ser poca cosa y jamás servirán de consuelo pues, los cuatro fallecidos a la fecha, seguro es que sólo intentaban divertirse aquella noche cuando, un pendejo (o varios) de estos que hablo desde el inicio, de manera lamentable coincidieron en el lugar y propiciaron tal hecatombe de impotencia, rabia, ira y dolor... Todo por una idiosincrasia que no deja de predominar en este enorme rancho que llamamos erróneamente y en muchas ocasiones metrópoli o ciudad.


Sabemos todos que los pueblos y las ciudades se forman gracias a las personas, a la gente y a sus costumbres... y entonces: ¿¡cómo debo llamar a este grupo de personas que propician tales hechos!?

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