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Si alguna vez me escribes:
Hazlo cuando no tengas qué esconderte para poder hacerlo. Podrás entonces susurrar cada palabra si lo deseas y repasar frase a frase lo que pretendes que mis ojos descubran mientras descifro.
Hazlo cuando no tengas distracción cercana, cuando las ocupaciones te puedan dejar ese minuto libre y puedas dedicarlo enteramente a mí... cuando sientas la necesidad que deben ser mis ojos los que te lloren al leer o que lloren al leerte.
Hazlo cuando no tengas la presión de un sentimiento negativo que nos haya hecho separar más de lo que probablemente ya estamos. Acerca a ti alguna prenda y, mientras la observas, recapitula detenidamente lo que pretendes plasmar con grafías desde tu pensamiento y piensa que, la desnudez, en ocasiones favorece a extremo la sensibilidad y entrega en tus letras.
Hazlo cuando sepas cuánto valgo para ti o si tuve algún valor contigo. Podrás así hacermelo ver con más credibilidad y sabrás de cierto que necesitaré enormemente el recibirlo y leerlo desde tus palabras.
Hazlo cuando estés segura de que lo leeré y que tendré el corazón más que atado a cada grafía tuya.
Hazlo, cuando no estés segura de que me tienes atado.
Hazlo, escríbeme y después leeme teniéndome atado ante ti...
Si alguna vez me escribes, ojalá y aún conserve mi cordura, que aún sea tiempo de retomar lo impreso por tu inteligencia; ojalá y aún pueda entonces valorar en cien toda y cada palabra que me refieras... ojalá y pueda tener vida para vivirte, amor para amarte y voz para leerte con la gana de interpretar eso que brotó desde tu razón y sentimiento... darle sonido a tu ser convertido en texto.
Si alguna vez me escribes...
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