domingo, 14 de octubre de 2012

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Nadie se ha atrevido a asegurar de dónde es que proviene todo esto.
Nadie ha podido desmentir cierto dicho y, en ocasiones, lo único que nos queda es quedarnos mirando de manera mutua y no decir una palabra.

Nadie ha terminado por creer que esto tenga alguna relación no benéfica y, sin embargo, la secuela que nos deja tiende a desgranar un tanto lo que somos con un fin más bélico que comprensivo.
Nadie ha dicho que yo soy el culpable o que lo eres tú.

Nadie fuera del dédalo me ha aconsejado cómo proceder y, observo con cautela, que tampoco nadie dentro del laberinto sabe la respuesta.
Nadie, ninguno de los dos hemos buscado asesoría respecto a esto.

Nadie, se ha creído ser el salvador en este aspecto y mucho menos se ha ofrecido para subsanar o "tapar el hueco" que todo esto conforma.
Nadie, insisto, ha sido nadie para creer lo contrario.

Nadie se compromete, nadie lo comprende, nadie asoma al menos un poco para determinar el camino a seguir o la ruta a emprender.
Nadie, ni desde fuera o desde el interior.

Nadie, ni siquiera tú que me lees lo podrías comprender y, aquel quien opinó que era por culpa o motivo mío y nada más, considero que está realmente equivocado, que no posee siquiera un ápice de experiencia en ello como para permitirse el opinar... de hecho, nadie pidió su opinión.

Lo sé porque nadie querrá "pagar los platos rotos", nadie optará por "pisar las calles nuevamente" y, nadie, obtendrá beneficio alguno de nadie con respecto a esto...


Tú, considérate nadie y, probablemente, entenderás.

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