sábado, 25 de agosto de 2012

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...verte huir de nuestro presente.
Encerrar tus emociones en cierto cofre donde ni siquiera tú posees las llaves para accesar él y vaciarlo en mí como "debió ser desde un inicio".

...escucharte en silencio.
No poder satisfacer a mis oídos desde tu garganta debido a ese sentimiento que se agolpa en ti, que te limita a decir, a opinar, a dejar que el amor reluzca como "debió ser desde un inicio".

...mirarte desde lejos.
Entender que tu gana es estar lejos, al menos, el tiempo suficiente para poder crear esa satisfacción personal que sólo otorga la soledad y hace renacer la añoranza y la propia necesidad como "debió ser desde un inicio".

...refugiarme entre tus sombras.
O, al menos, en el recuerdo de éstas y volver a sentir el frío que, perenne, se agolpa mes a mes en un rincón de mi cama, de mi corazón, de nuestra habitación... sin que nadie pueda explicar el por qué "ha sido así desde un inicio".

...llevarte a cuestas donde vaya.
Decirle a los cuatro vientos que soy tuyo, que estas cadenas amorosas que porto conmigo yo mismo las he deseado, las he apretado más aunque, quizá para ti, no sean tan necesarias y goces de la seguridad como "debería haber sido desde un inicio".

...volver a beber desde mi llanto.
Incomprendido, celoso, impotente ante alguna que otra circunstancia que, contigo, suele servir más de tortura que de llaga amorosa sin que nadie pueda entender el por qué "ha sido así desde un inicio".

...ser así como en un inicio.


Qué gana de volver a ser en ti, contigo, por ti, desde ti, para ti y aún sin ti... como en un inicio.

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