domingo, 26 de mayo de 2019

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Finales de los años ochentas y principios de los noventas marcaron para siempre toda mi vida.
Había sufrido y padecido ya un par de decepciones amorosas importantes pero fue en esos años en que la vorágine vivencial arrasó en mi experiencia.

Aún tenía fuerzas para decidir y optar por el mejor de los viros en el dédalo. La estudiantina del departamento de Bellas Artes Jalisco, la propia escuela de música de la Universidad de Guadalajara, el pisar el Teatro Degollado mostrando mis inicios como compositor apoyado del grupo "Xel Ha" y el conocer a tres mujeres que dieron el vuelco total a mi sentimiento y existir mundano.

De ahí, se desprendieron aventuras. Aquella suscitada en Cabo San Lucas por ejemplo y que concluyó en la formación de mi único matrimonio a principios de los noventas ya de regreso en Guadalajara.
De dichas aventuras y encuentros, se supone, uno rescata aprendizaje, acumula experiencia, aquilata valores y se sigue en el andar profesional y sentimental.

Ahora, tres décadas después, dígame usted que todo eso fue tiempo perdido, que mi poca perspectiva de lo aprendido me mantiene en una postura aislada y exclusiva, que no fueron sino errores tras errores los que acumulé en lugar de "experiencia", que nada de lo "aprendido" lo he llevado a la práctica para beneficio del entorno social y/o familiar; que termino siendo un vil farsante, un mentiroso, un pedazo de humano mal nacido, mal formado e hipócrita o que utilizo "lo vivido" sólo para crear más problemas, caos y tristeza en los demás.

Cómo es pues que usted llega a esta conclusión y yo llegué a ser "esto" que hoy "estorba" en sus planes, en sus lineamientos, en su filosofía y perspectiva y que hace constar que toda generación nueva rechaza destructiblemente a la anterior.
Cómo es que termino siendo un pendejo para algunos y un farisaico para mis propios hijos...
Cómo es que no estamos conformes con nada a nuestro derredor y, ante la diversidad, la tolerancia y/o aceptación se torna nula en gran medida.


Cómo es que usted termina por atacarme porque no "hago lo que usted quiere", porque no "sigo sus lineamientos", porque no "coincido con su ideología", porque no "canto las canciones que usted desea oír"...
Cansado de decir "búscate una vida", "no mires la paja en el ojo de aquel", "lo que das recibirás"... en fin.
Sostengo que Dios no me juzgará jamás... sólo los hombres lo hacen y convertimos este convivir mundano en un círculo vicioso del cual nadie escapa.

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