miércoles, 10 de enero de 2018

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Ciertamente, el inicio de año hace que observemos al horizonte y tratemos de mirarnos allá; quizá cercanos al último brillo del astro rey o más cercano a él para vida de creer y saber que aún hay tarde en nuestros días y dejar más lejana la oscuridad o la noche.

Para quienes amamos lo nocturno lo ideal sería sencillamente mirar hacia tras nuestro para así observar lo que las sombras nos aguarda en el ámbito del amor, el sexo, la música y muy posteriormente el sueño.

Por ende, ni la propia noche ni el día en sí por separado simbolizan la totalidad de nuestra vida o de nuestro quehacer a futuro dentro del ámbito que se pueda sugerir o adoptar.

Mas, es siempre el final del año quien nos muestra en el recapacitar lo aprendido, el que nos hace ver el camino recorrido y que nos muestra los viros del dédalo que hayamos dado y los que faltan... con o sin atardeceres y sus respectivas noches.

No había querido acercarme a este espacio en días pasados porque tendría qué depositar aquí parte de la profunda decepción que me aqueja desde hace semanas o meses y temí por quien pudiera verse reflejado en el probable texto que dejase y saliera "lastimado".
Lo más seguro es que te lo achacarías sin más y te haría reflexionar sólo unos días pues, casi sostengo, no cambiarás así pasen los años.

Lo cierto es que ya son dos años que estoy separado de mi esposa y de aquel seno donde se gestaron más de veinte años de mi vida marital e iniciamos dos mil dieciocho con ciertas sugerencias que, en verdad y en lo profundo, no me han tocado el corazón ni han podido ser removidos ni un poco los sentimientos pues ni los obstantes ni las llagas han sanado aún... esas que me hicieron alejar.


Tendrán qué esperar más ciertas personas para que la resolución final llegue... mientras tanto vivan, gocen, manténganse cercanos a quienes los impulsa y os motivan y no confíen solamente en que pueden ser grandes "dadores" de amor... esperen ser recompensados de la misma forma que aportan; de lo contrario no servirá de nada y acabarán por cansarse... por desaparecer.

Recuerden la dicotomía divina donde siempre aparecen dos: "En ausencia de lo que no es, lo que es, no es".
Siempre una contra, siempre el opuesto, el sí y el no... dos conceptos a fin de cuentas.

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