domingo, 26 de noviembre de 2017

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La ventaja del poder desahogar sentimientos o penas y dejarlas semi-impresas en alguna interpretación a la hora de estar "trabajando" es sin duda una virtud que Dios ha dejado en nosotros los que nos desempeñamos en la música.

Como algo intangible aún es capaz de remover esas fibras sensibles que todos portamos y que, en muchas ocasiones, resulta tan difícil asomar, palpar o poner sobre la mesa para ser degustado en plato de la mejor cristalería cuando se está al lado de quien amas. (El viceversa siempre aplica)

Fue entonces que, en aquellos años, tuve el placer de conocerlo. Su voz se escuchaba en ocasiones falta de práctica o con cierto dejo de flojera interpretativa mas, cuando se disponía a hacer "lodo" en el escenario, sencillamente no sé de dónde sacaba "la casta" y hacía llorar al más duro en aceptación... yo, entre ellos.

Su paso por esta ciudad dejó claro en algunas personas cierto afán de fortaleza, en otras sólo desdicha tranza y/o melancolía. Lo profesional en él estaba claro cuando tomaba un micrófono y hacía lo que sabía; en lo personal no puedo decir mucho, pero sí llegué a recolectar diversas facetas suyas desde un par de féminas que permanecieron cercanas a mí aún con su partida de estas latitudes.

Lo demás es historia. Algunas pocas publicaciones en Facebook que datan de tres meses atrás en el tiempo hasta que se le encontró sin vida, lejos, lejos de su lar, de su gente, de quienes siempre le mostraron amor seguramente y que él dejó "para otra ocasión" (casi como solía "acostumbrar" según ciertas fuentes).

Sé que no debo hablar mal de él... ciertamente todos tenemos detalles negativos que no empatan con los demás o con alguna mayoría pero, se asegura, que si "matas a un perro serás conocido a la postre como un mata-perros"... aunque jamás lo repitas.
La gente es así. Coloca apodos en los demás, señala, esgrime, evade, sentencia y maldice.


Anoche, sólo me faltó un tema por interpretar de los cuales tuve la dicha de gozar desde tu garganta e interpretación, Rodrigo. Toda ella estuvo dedicada a ti y remembré para mí mismo tu compañía sobre un escenario... Gracias a ti hoy por seguir recordándome que sigo vivo, que siento, que escucho y que por fortuna y placer estoy inmerso en esta gama sonora llamada música desde donde te conocí y que, lamentablemente, lo mundano pudo más en ti, la enfermedad se aferró con más fuerza y logró su cometido.

Ojalá, donde estés, puedas lograr el tuyo que, al menos en esta vida, te aseguro que ayudaste a más de uno a que lograra el suyo.

Descansa en paz.

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