martes, 8 de agosto de 2017

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Pensando en cierta escases de textos en este espacio fue que una de esas tardes invité a un viejo amigo bloguero semi-retirado a participar de manera activa en este espacio.

Aquella tarde en que se lo propuse me encontraba al pie del mar con él explicándole incluso acerca del por qué también carecía de creatividad para hacer más canciones.
Él sólo observaba a lo lejos y hacía ciertos surcos y rayas sobre la arena y eventualmente me indagaba algo con breves palabras mientras yo "me deshacía" explicando y relatándole mi frustración.

En dicha conversa, le recordaba de algunos textos suyos que leí en cierto pasado y le hacía énfasis de admiración por el cómo era que llegaba a obtener la cordura necesaria o plena para hilvanar aquellos textos "redondos" que hacían vibrar mi entender y donde no le sobraba o hacía falta ni una palabra... o del cómo era que yo me enfrascaba más en redundancias y cacofonías.

En determinado momento llegó a tomar un poco de aquella arena en su mano y sin dejar de mirar al horizonte la desmenuzó a tal grado de casi quedar sin un grano entre sus dedos y entonces me dijo: "Te has puesto a pensar cuánto sabemos de 'algo' y cuán algo sabemos del todo?" - al tiempo que me dejaba sólo algunos granos de arena en mi mano...

Su frase nos llevó por cierto recapacitar más a fondo de lo que en inicio creí.
En dicho entretanto mencionó también que era mejor el "observar el dédalo desde fuera que estando inmerso en él" con lo que terminé por intuír que él también me leía.
Con el paso de las horas terminamos sin mediar palabra bebiendo vino tinto mirando el horizonte al borde del atardecer.


Supe entonces que no participaría aquí, que "me dejaría solo" desgranar las heces de la vida y que su colaboración ya estaba gestada con su frase.
Mi agradecimiento hacia él doquiera que esté... ojalá y pudiera ver la sonrisa que sembró en mi semblante desde entonces.

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