miércoles, 30 de marzo de 2016

.

No tengo palabras para una despedida...

En la mayoría de las ocasiones sólo con sonreír y guardar silencio es más que suficiente y, si bien mi interlocutor pareciera demandar una frase, casi siempre resulta por demás el hacerlo.

Sin embargo o a pesar de esto, esta vez no puedo sonreír o guardar silencio pues, esta despedida, en verdad que lastima el alma y hace recapacitar enormemente, llorar entre sonrisa fingida y balbucear melodías que quedaron grabadas en los muros del "Rojo".

Supongo que fueron nuestros años los que nos orillaron a crear nuevas costumbres, nuevos sitios por visitar o música diferente qué escuchar... cualquiera que haya sido la razón ya no nos permite un regreso en el tiempo y lo inexorable se consumó.
Y fue justo en todo eso inexorable que feneció.

No sostengo que del todo fue culpa mía o de una mala administración; casi sostengo que para el propio Alfredo Saras la "culpa" (por llamar de alguna forma a aquello inexorable) no la tuvo nadie y la tuvimos todos... llámese situación económica, excesos de confianza, "fuga de artistas", falta de apetito o los miles de compromisos que gestamos conforme transcurren dichos años.

En lo personal, una lágrima permanece perenne y húmeda en lo que plasmo estas grafías, escucho la vacuidad popera en radio y me reconozco sumergido en mi "propia empresa" para llevar el sustento a casa dejando a un lado al resto cuando, dicho resto, formó siempre parte esencial de lo que hoy soy.
Vaya... reconozco parte de mi "culpa".

Es entonces que, aseguro, todos tuvimos alguna parte del caos total, alguno de nosotros colaboró con parte de ese ciclón que terminó por derribarlo y cada quién tendrá su parte que se quiera adjudicar y, si bien yo formé y/o pude formar parte de lo artístico en la cartelera del Café en su momento, entendí que "algo hacía falta" en o para el lugar pues mi aforo nunca superó las quince personas cuando presentaba mi propuesta.

No, no me quejo... entiendo que la gente deseaba escuchar algo diferente (o conocido) desde mí pues, hoy día, de eso me mantengo teniendo al frente mío la guitarra y un micrófono.

Rojo Café me otorgó en su momento lo que pudo e hice lo que estaba a mi alcance y posibilidad... pero esta lágrima que no me deja seguir escribiendo no puede convertirse en esa sonrisa que deseo tras la vida que me otorgó dicho lugar que este próximo jueves 31 fenece.


Se dicen fácil catorce años, pero es "media vida" de quienes estuvimos ahí siendo, haciendo y proponiendo.
Mi más humilde reverencia, enorme admiración y agradecimiento para ti, "Fello".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario