lunes, 21 de marzo de 2016

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...y permito que transcurran los días y, con ellos, las ilusiones de ayer siguen vigentes, los destellos del pasado aquejan menos y los rencores de aquellos quienes aún los conservan siguen haciendo mella en su haber.

Y es que todo parece de pronto estático. Sin embargo hay quienes aún creen que todo lo dicta alguna leve postura o pretenden saber más, mucho más de lo evidente.

Hay quién se atrevió a decirme (y no por primera vez) que soy una persona orgullosa y, eso, significa que presumo de lo que valgo o de quien soy cuando, muy en el fondo, siempre he tratado de mantenerme humilde.
Si bien, lo que menos pretende cualquier ente, es ser "pisoteado" por alguien más, es justo ahí donde radica quizá mi postura y, en algunas otras ocasiones, incluso he dejado puesta la otra mejilla para ser golpeado en una segunda ocasión.

Buscando e indagando en los libros de definiciones, encuentro que quizá muchos de nosotros no sabemos con certeza lo que significa el ser orgulloso y lo malinterpretamos a conveniencia cuando observamos una postura férrea ante cierta situación en alguien más.

Aquel mote que me han puesto de "maestro", por ejemplo, y que es utilizado por muchos compañeros al referirse a mí, no sé en verdad de dónde proviene pues, de maestro, no tengo en absoluto nada y lo he tomado como un apodo que se le impone a cualquiera que tenga una pequeña característica que lo distingue de otros o que sencillamente lo colocan para no confundirlo con alguien más.

Dicho mote, está presente en los más jóvenes y, supongo que es por ello, que me miran como quien les puede dar a aprender un tanto más mas no es porque en verdad ejerza esa profesión o tenga ese título.

No malinterpretes, pues, todo lo que escuches o veas desde mí o hacia mí. No soy una persona que realmente tenga un valor magnánime o pretenda ser visto como alguien así. Los que realmente me conocen sólo aseguran que mi manera de explicar o de entender y hablar se ha modificado con el paso de los años y ello puede entenderse erróneamente en una interlocución.


No podría pedirte a estas alturas que mires más detenidamente o que intentes escarbar en lo más hondo mío para que descubras en esencia lo que soy... lo que te ruego e imploro, es que dejes a un lado todo aquello que te dañe o te haya provocado escozor y donde haya tenido yo algo qué ver de ello en ti.
Ni a ti ni a mí nos sirve tenerlo, llevarlo o peor aún recordarlo y vivir con eso.

Hagamos de tu vida y la mía la mejor afable.

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