miércoles, 24 de febrero de 2016

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A algunos días de modificar el "interior" de mis días, descubro la trivialidad común, una rutina semi disfrazada y el reencuentro con aquella recámara que guardó decenas de momentos renovados y que hoy sencillamente no va más allá que sus cuatro paredes.

A algunos días de saber modificado el "interior" de tus días, resalta la vacuidad, el desazón, la textura extraviada, la falta de ética comunitaria y otro cúmulo de detalles que llanamente te colocan en una situación de sumo desenfado y a la vez plagado de preocupación aún sin que lo menciones.

A algunos días de saberte modificando tu interior al lado de los días, se expone la diversidad, el mejor de los momentos dejado para otra ocasión, el innombrable espacio que se ha dejado de lado para intentar ser rellenado por el presente y sin cargarlo tanto del futuro inexistente...

A algunos días de saberte modificando el exterior de otros días, denotas que es por demás vivir inmerso en un pasado, que las sentencias cuentan con peso propio y que, la mayoría de ellas, aún pueden ser insostenibles quedando entonces en pausa todo lo que quizá deseas para "avanzar".

A algunos días de saber que es posible modificar sólo el exterior, retienes lo "mejor" para otro momento, te instauras en la zona de renovación sin éxito, lo intentas entre cuatro paredes y juegas yendo del exterior al interior como si fuera uno sólo a pesar de sentir el frío en alguno de ambos con cada movimiento...


A algunos días le pueden aparecer mejoras gracias a ti, incluso al interior o al exterior a pesar de provenir desde cuatro paredes y a pesar de todas las modificaciones posibles sustanciales que te hayan orillado al despilfarro, a la desgana o a la incertidumbre...

Supongo que sólo es cuestión de sentirte vivo, despierto, y decidir hacer las cosas con un poco de amor.

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